César Moreno Valero, de 41 años, tenía la mitad de su vida trabajando como policía municipal. El 8 de septiembre de 2008, César respondió a un llamado de apoyo al ejido San Miguel. Junto con su comandante fue de los últimos en llegar al lugar y al ver que patrullas avanzaban a su encuentro sobre la carretera Torreón-Matamoros, pensaron que la emergencia había terminado. Error, las balas de agentes federales se proyectaron contra la patrulla 35469, un balazo acabó con su vida.
Ese fue un lunes "negro" para la Policía de Torreón. Hace exactamente un año, 35 agentes fueron detenidos por la Policía Federal (PF), acusados de 7 delitos, entre ellos delincuencia organizada y evasión de reos.
Los agentes habían ido al cuartel de la PF en el ejido San Miguel, respondiendo a una petición de apoyo para dos compañeros que habían sido detenidos, junto con otras cuatro personas a las que acusaron de posesión de droga y armas prohibidas.
Enfurecidos, los municipales se agolparon en la reja del Instituto Superior de Estudios de Seguridad, en Matamoros, el cuartel de los federales. Habían cruzado la línea municipal aún en contra de las instrucciones del entonces director de Seguridad Pública, Alfredo Castellanos, quien dio la orden por radio de que se retiraran.
La detención causó revuelo, pues la Secretaría de Seguridad Pública federal acusó a la Policía Municipal de colusión con el crimen organizado. Señaló que los dos agentes detenidos originalmente auxiliaban a personas que portaban drogas y armas.
El escándalo le costó el puesto a Alfredo Castellanos, quien nunca explicó qué estaban haciendo los agentes en Matamoros, protestando contra la Policía Federal la madrugada del 8 de septiembre.
Los federales interpretaron la protesta como un intento por liberar a los compañeros detenidos y empezó la balacera que dispersó a los municipales.
Ese mismo día la ciudad amaneció con la Policía en huelga y la sospecha sobre la honradez de la corporación. Días después, 20 mandos medios fueron relevados y un oficial de la Policía Federal, Karlo Castillo Gracia, asumió la Dirección de Seguridad Pública.
En mayo pasado, 302 agentes fueron dados de baja por diversos delitos, que iban desde apoyar en un secuestro hasta robo y extorsión, e irregularidades como evadir o reprobar la prueba antidoping.
Los 35 agentes que participaron en la protesta de San Miguel continuaron recibiendo su sueldo mientras duró el proceso, pero al salir de la cárcel algunos también fueron dados de baja de la corporación.
Desde su llegada a La Laguna por la creciente ola de violencia provocada por la delincuencia organizada desatada en 2007, los policías federales han detenido y consignado al Ministerio Público (MP) a 53 municipales, de los cuales 51 han recuperado su libertad.
MAL PRESENTIMIENTO
Hasta ahora, ningún policía federal ha sido requerido para rendir su declaración sobre el caso, cuya investigación fue atraída por la Procuraduría General de la República. El MP de la Federación argumentó que sólo cuatro agentes de la PF habían hecho las detenciones, lo que significaba que cada uno habría arrestado a nueve policías municipales.
Cuando la defensa pidió la declaración de los agentes, se les notificó que habían sido trasladados. Hasta ahora tampoco se sabe quién disparó contra Moreno.
A un año de la muerte de Moreno, su esposa Ana María Reyes, trabaja como intendente para sostener a sus hijos, y dice que por su horario no ha podido estar al pendiente del caso.
Ana María recuerda: "Yo no podía creer lo que había pasado. Yo le decía, 'ya salte' y él me decía 'si yo ando bien, por qué me salgo, si yo no le hago mal a nadie. Yo peleaba con él y me decía: 'tantos años que tengo para nada'".
Dice que la noche anterior a la muerte de César, tenía un mal presentimiento, "Le decía: 'no vayas'", y César respondió, "mi'ja, todo está bien calmado. Ya te dejé la tele programada para que te levantes".
La mañana del lunes, Ana María se levantó y entró al baño. "Cuando salgo veo que hubo un enfrentamiento (entre policías) y veo unidades así y yo sentí algo, y empiezo a marcarle al celular y no me responde. Yo así nomás sabía algo y me contestaba, sólo en emergencias lo apagaba y luego me explicaba, pero ese día no".
Se fue a trabajar, pero tuvo que pedir permiso para regresar a su casa y buscar a su esposo. Cuando llegó a su hogar en el ejido La Joya, el teléfono estaba sonando y corrió con la esperanza de que César se estuviera reportando, pero al entrar, los rostros de sus familiares le adelantaron la mala noticia.
Al saber de la muerte de César, Ana María quería conocer las circunstancias y también sus últimas palabras. Dice que la esposa del superior de César, el comandante Madera, le contó lo ocurrido.
Le contaron que Madera no quería llevar a César, pero éste insistió y cuando iban pasando por la Puerta de Torreón, en el límite con Matamoros, vieron venir las patrullas. Madera pensó que se trataba de sus compañeros, pero eran los federales que estaban disparando. A César le tocaron dos balazos.
"¿Por qué le tiraron a dar si saben bien que fácil los iban a agarrar? ¿Por qué así, por qué ellos tan salvaje a tirarles si son compañeros?", pregunta Ana María. Después de su muerte, Moreno no fue despedido con honores; sólo sus compañeros acudieron al funeral en el ejido El Águila.
35
POLICÍAS
Municipales fueron detenidos hace un año
302
AGENTES
Municipales fueron dados de baja en mayo pasado