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La punta del iceberg

A la ciudadanía

GERARDO JIMÉNEZ GONZÁLEZ

El problema del arsénico en el agua que bebemos los laguneros, semeja a un iceberg, donde sobre la superficie del mar sólo se observa la punta del bloque de hielo sumergido, pero en la medida que se accede a las profundidades aparece el resto, en una magnitud inimaginable al ápice que se veía. Cuando tratamos de abordar la cuestión hídrica regional, sólo observamos que el agua que tomamos tiene arsénico, y en la medida que profundizamos nos damos cuenta de la magnitud que representa, de modo tal que, al igual que el iceberg, la mayor parte de la gente sólo ve la punta del problema, y quizás ni se imagina la complejidad que presenta en el ámbito de la cuenca hidrográfica.

Ciertamente, sólo aquellos que tienen un conocimiento especializado en geohidrología, particularmente en manejo de cuencas hidrográficas, podrá dimensionar la magnitud del problema que enfrentamos en La Laguna, y a partir de esa visión integral que tiene de la cuenca propondrá que esta cuestión sea abordada de esa manera, ya que toda medida particular que no se contemple con esa visión no será más que un recurso aislado que fungirá como parche, que sólo podrá remediar un aspecto o vértice del problema, y por tanto no pasará de ser una solución temporal.

Es lo que sucedió hace tres décadas cuando se detectó el problema del arsénico en los pozos ubicados en comunidades rurales periféricas de la región, dando respuesta a la demanda ciudadana con un parche: instalaron equipos de ósmosis inversa que desaliniza el agua o extendieron la red de distribución de agua potable ubicada cerca del área urbana, para abastecer a esas comunidades que ya enfrentaban casos dramáticos de salud entre la población; ahora resulta que las isolíneas de arsénico se distribuyen sobre la hoy denominada zona metropolitana, los parches cumplieron su función momentánea pero el problema no sólo continúa, sino que se agravó amenazando la salud de la mayor concentración demográfica regional.

También lo cierto es que el común de los ciudadanos desconocemos la magnitud de este hecho, en la medida que no se nos manifiesta directa o personalmente, pero, como afirman los médicos laguneros que al respecto han externado su preocupación, dentro de una o dos décadas éste tendrá una gravedad irreversible cuando más personas empiecen a visitar hospitales con problemas de cáncer asociado a otras enfermedades como diabetes, cuya atención no sólo tendrá un alto costo económico, sino también social en la medida que quizás un buen número de esos casos no se recuperen.

Una buena noticia que escuchamos el año pasado es que los políticos de ambos estados habían decidido destinar más de 40 millones de pesos para estudiar la cuestión hídrica regional, y como esta responsabilidad recae en especialistas en la materia, es de esperarse que el diagnóstico y las propuestas de solución se elaboren con un enfoque integral y sostenible de la Cuenca de los ríos Nazas-Aguanaval, que conduzca a diseñar y aplicar medidas que reorienten el manejo del agua y demás recursos naturales, que cada medida que se proponga sea parte de un plan y no los mencionados parches, que si nos están proponiendo que los laguneros paguemos servicios ambientales hidrológicos a los dueños del bosque en la parte alta de la cuenca para mantener el ecosistema donde se capta el agua, esto no sea una medida aislada que sólo resuelve una parte del problema.

Creo que los laguneros, es decir, los habitantes del valle irrigado o Distrito de Riego 017, en tanto principales consumidores del agua a nivel de la cuenca, estaríamos completamente de acuerdo con que hay que evitar la deforestación de pinos y reforestar la Sierra Madre Occidental para mantener la llamada "fábrica de agua" de la que depende nuestro desarrollo socioeconómico regional, y que si esto representa una erogación de nuestros bolsillos la aceptaríamos en la proporción en que se use el recurso, y que lo que se recaude apoye la conservación de la montaña. Pero volvemos a lo mismo, el rescate del bosque debe acompañarse de otras medidas como la recuperación del acuífero granular principal, en otras palabras, que también se diseñe un plan que contemple disminuir las extracciones del subsuelo para que este cuerpo de agua dulce recupere niveles freáticos aceptables.

Las propuestas que los académicos e investigadores elaboren también deben contemplar su factibilidad sociopolítica y económica, no sólo hidrológica, ecológica o tecnológica, y esto implica que se involucren los organismos como la Comisión Nacional del Agua, la Semarnat y los usuarios, sobre todo aquellos que están al frente del Comité Técnico de Aguas Subterráneas (COTAS) del acuífero granular principal, sino la inversión de fondos como los metropolitanos aplicados a buscar soluciones a esta cuestión, será un ejercicio académico más y el problema continuará.

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