No hay que voltear a otro lado. El primer gran derrotado de la elección intermedia es el Presidente. Fue el verdadero jefe de la campaña política del PAN y hasta protagonizó spots que llamaron a respaldar su gobierno. Aunque los índices de aprobación del primer mandatario se mantengan altos y en una elección intermedia intervengan muchos factores locales que rebasan la directriz nacional, la debacle del PAN debe ser entendida como un fracaso para Los Pinos, su partido y su forma de gobernar.
El párrafo anterior proviene del análisis de la baja en el número de diputados obtenidos por Acción Nacional
En 2003, el PRI aliado con el Verde obtuvo el 40% por ciento de la votación; ahora, 43%.
Entonces, el PAN sumó 30%, ayer 28%.
Hace seis años, el gobierno financió spots para apoyar al PAN. Desde hace dos meses los spots del PAN pidieron a sus votantes apoyar al gobierno.
Fox tenía 63% de aprobación, Calderón tiene 65%.
Y en 2003 hasta perdió su registro México Posible (el papá del PSD, que desaparecerá tras estos comicios).
¿Por qué ahora luce más escandaloso el fracaso panista? Porque esos tres puntitos porcentuales de más al PRI-Verde le dan la mayoría en el Congreso. Porque sumados a los dos puntitos menos del PAN son los cinco de diferencia que les hicieron perder dos gubernaturas, las de San Luis y Querétaro. Porque presumieron mayoría y les faltaron, nomás, 4 millones de votos. Porque alardearon con conquistar Nuevo León y la dieron por perdida desde hace un mes. Así, ni luce el "milagro" de Sonora.
El PRI de hace un sexenio, como el PRI de ahora, interpretó su repunte como un arrepentimiento público por haberlos dejado fuera de Los Pinos. Se sienten hoy como se sintieron hace seis años, con un pie de regreso, listos para retomar el control en la siguiente elección presidencial. El asunto es que cada elección tiene su dinámica, y con todo el éxito del 2003, en 2006 el PRI fue desaparecido de la contienda por los candidatos Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador que dejaron a Roberto Madrazo en devastado tercer lugar.
Porque no es sólo limpiarse la cara para mostrarla reluciente. Es estar convencidos de que hay que ser más higiénicos. Y en eso, este reportero los ve dubitativos.
Saciamorbos. En elecciones, hay quienes despliegan su maquinaria, y hay quienes lucimos una maquinita.