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'La recompensa'

VIDA Y SERVICIO

DR. GUILLERMO RODRÌGUEZ RIZADO

Yolanda se encontraba desesperada, hacia dos meses que había perdido su empleo pues la fábrica donde trabajaba había cerrado y se iba del país, todos los empleados habían sido liquidados y el dinero que le dieron al desocuparla solo le sirvió para pasar algunas semanas pues los compromisos hechos con anterioridad debía de pagarlos para no verse apurada con los abonos de unos muebles y un préstamo otorgado por una caja de ahorros. Por desgracia hacía una semana que se le había terminado su dinero y comenzó a pedir fiado en la tienda de su barrio, con la esperanza de que al volver a encontrar empleo podría liquidar lo que le fiaban en dicha tienda, pero a pesar de salir a buscar empleo no encontraba ocupación, en todas partes le decían que "nosotros le mandamos llamar", el poco crédito que le otorgaban en la tienda ya lo tenía saturado y sabía que no le iban a dar más mercancías pues antes tenía que pagar lo que ya debía. Un día decidió sacar de sus pertenencias un fino camafeo, con tapas de oro que su madre le había dejado al morir, y que la vez era herencia de su abuela a su madre, dentro del mismo contenía una foto de su mamá cuando esta era joven, por lo cual le tenía mucho afecto a esa prenda, ese día decidió acudir a un bazar a 2 cuadras de su casa para ver cuánto le podían prestar por el mismo, al llegar a dicho negocio se lo presento al empleado de la ventanilla quien al hacerle las pruebas de rigor le ofreció solo 800 pesos por la prenda. Ella sorprendida le comentaba al empleado que este valía mucho más pues además estaba adornado con perlas autenticas, pero el hombre impávido le contestó que era todo lo que le podían prestar, salió del negocio con la prenda y se dirigió a otras casas de empeño o bazares pero en todos le prestaban lo mismo o menos de lo que le habían ofrecido en el primer bazar. Después de recorrer toda la mañana dichos negocios y ya cansada decidió retornar a su casa pues ya era mediodía y su pequeño hijo Jorge de escasos 8 años estaba por llegar de la escuela. Una buena vecina que era mamá de una compañerita de Jorge se encargaba de recogerlo y lo llevaba a la casa de Yolanda, Jorgito era su único hijo y ella había enviudado al morir su esposo en un accidente mientras regresaba de realizar un trabajo, pues él era electricista y trabajaba por su cuenta por lo que no contaba con ningún tipo de seguro y dejó a Yolanda en el desamparo, en ese entonces Jorgito contaba con 4 años de edad. Al retornar a su casa iba cavilando sobre lo que le ofrecieron prestarle por el camafeo y vio que no tenía más remedio que aceptar lo que le habían ofrecido por lo que volvió al bazar y le entregaron los 800 pesos. Faltaba media cuadra para llegar a su casa cuando accidentalmente piso en un hoyo que se encontraba en el pavimento, lo que le provocó una torcedura del tobillo derecho, el dolor fue intenso y no le permitía continuar caminando, como pudo y apoyándose en la pared siguió el camino a su vivienda donde ya la esperaba Jorgito. El niño se alarmó al ver a su mamá claudicando y le ayudo a llegar hasta la recamara donde su ella se dejó caer sobre la cama derramando lagrimas de dolor, el tobillo rápidamente se inflamó y le impidió continuar caminando, imposibilitada para levantarse le dio instrucciones a Jorgito que fuera a la tienda a pagar la cuenta de lo que debían y que en total ascendía a más de 600 pesos y con el cambio le ordenó traer algunos víveres. Jorgito era un niño inteligente, por lo que cumplió cabalmente con el encargo de su madre. Al salir de la tienda en cuestión dio vuelta en la esquina para dirigirse hacia su hogar, pero de pronto se topo con una escena poco común; junto a un bote de basura, vio a una mujer ya entrada en años de tez blanca quien hurgaba el mencionado bote y se llevaba a la boca desperdicios de comida los que ingería con avidez, Jorgito quedo impresionado por lo que le preguntó a la señora por que hacia eso. La dama con una sonrisa le contestó que tenía hambre, el niño conmovido le dijo que ya no hiciera eso y que lo acompañara a su casa y que su mamá le daría de comer, sin negarse la amble mujer lo acompañó y solo se limitó a decir que no quería ocasionar molestias. Al llegar el niño a su casa en compañía de la señora, Yolanda se quedó sorprendida pues apenas tenían ellos para comer y todavía el niño llevaba mas carga a su casa. Cierto era que ella le había enseñado que debían de ayudar y ser compartidos pero en este caso su situación era difícil. Yolanda ayudándose con un improvisado bastón de lo que quedaba de una vieja escoba y con la cooperación de su hijo preparó los alimentos a pesar del dolor de su tobillo. Sentados en la mesa compartieron los alimentos con la ancianita que prácticamente devoraba todo lo que le ofrecían, Yolanda conmovida le preguntó su nombre a lo que la pobre mujer no supo que responder pues no recordaba quien era ni de dónde venía. Sus facciones eran finas y su ropa aunque algo sucia se podía apreciar que no era común sino más bien de buena marca, al momento Yolanda comprendió que la anciana se encontraba pérdida, y decidió que era mejor que permaneciera en su casa para evitar que fuera a sufrir algún percance lo que la dama aceptó de buen agrado, y pronto se quedo dormida en la cama que era de Jorgito, y este tuvo que hacerlo en un sofá. Pasaron los días y una mañana Yolanda descubrió que ya se le habían acabado los víveres y de nuevo estaba endeudada en la tienda, pero lo peor era que no tenía nada que pudiera empeñar y sacarla del apuro, su tobillo continuaba inflamado y apenas podía dar paso, y desde luego esto le impedía salir a buscar trabajo o dinero, ese día pidió a Dios que la ayudara con su crítica situación pues ese día Jorgito se había ido sin desayunar a la escuela y sin saber qué hacer las horas pasaron lentamente, al mediodía escuchó que Jorgito regresaba de la escuela pero venía agitado pues alguien había pegado un poster en la entrada de la escuela donde se veía la foto de la anciana reportándola como perdida. Se llamaba Esperanza y era procedente de otra ciudad, tenía tiempo que se encontraba extraviada y los hijos de ella la buscaban con gran angustia. En el poster se encontraban los teléfonos a los que se podían comunicar si alguien daba informes de ella. Como pudo Yolanda se encaminó a la casa de la vecina que llevaba y traía a Jorge de la escuela y enseñándole el poster inmediatamente se comunicaron con la familia de Esperanza, estos al enterarse de que su madre había sido encontrada se dirigieron hacia la ciudad donde vivía Yolanda y pudieron constatar que en realidad se trataba de su madre. Nadie se explicaba cómo había llegado a ese lugar pero estaban contentos de verla, Esperanza al principio no los reconoció, mas sin embargo al pasar las horas la memoria fue regresando a su cabeza y se acordó de quién era y poco a poco fue reconociendo a su familia. Al preguntarle a Jorgito por que había ayudado a su mamá, el niño se concretó a contestar que Yolanda le había enseñado a él, lo que predicaba la madre Teresa "da hasta que te duela". Los hijos de Esperanza eran dueños de varias empresas importantes del país, y en recompensa a la buena acción de Yolanda le dieron trabajo en uno de sus negocios, desde luego le proporcionaron una buena atención médica con lo que se restableció de su tobillo, a Jorgito lo premiaron otorgándole una beca para que ya no tuviera dificultades para estudiar y Esperancita que era como le decían a la viejecita se convirtió en la abuelita postiza de Jorgito.

"nunca debemos esperar ninguna recompensa por los actos buenos o humanitarios que realicemos, en estos difíciles tiempos acudamos en ayuda de aquellos que nos necesitan, si lo hacemos de corazón, la mejor recompensa es la satisfacción de haber ayudado a alguien, seamos solidarios con los demás pues solo así lograremos mejorar en algo este mundo" Comentarios y sugerencias al correo electrónico;

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