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La suerte de los Irlandeses

EL COMENTARIO DE HOY

FRANCISCO AMPARÁN

Siempre existe la tentación de comparar a Irlanda con México. O de plano, de decir que Irlanda es el México de Europa. Después de todo, históricamente Irlanda ha sido un país de una enorme belleza, poblado por gente muy pobre. Irlanda es católica (muuuy católica), y ha sido permanentemente agraviada por un poderoso vecino protestante, Inglaterra. Igual que México, Irlanda se la ha pasado quejándose precisamente de su vecino poderoso, sin mucha autocrítica que digamos, y sin hacer gran cosa por eliminar sus lacras internas. Ambos países se enorgullecen de sus capacidades etílicas, y en sus chistes nacionales abundan los borrachos alegres aunque sin mucha fortuna.

Y ambos países han sido tradicionales fuentes de emigración, expulsando a sus habitantes a otros lares debido a la miseria y la falta de oportunidades. Por ello tantos irlandeses pasaron a formar las pandillas de Nueva York.

Así pues, siempre había habido muchas similitudes entre ambos países. Hasta que Irlanda se puso las pilas, entró a la Unión Europea, y su economía pronto despegó. La secular tradición de una Irlanda pobre desapareció en unos cuantos lustros, porque Irlanda enfatizó el gasto en educación (que allá sí se aprovecha) y la inversión en empresas de alta tecnología. Algo bastante sensato para un país en donde lo único que sobra es la lluvia, el pasto, los borregos y una magnífica cerveza oscura.

Así pues, Irlanda se montó en esa ola de prosperidad y el país empezó a cambiar: nuevos condominios para las parejas jóvenes que veían un futuro brillante; casas de campo para los urbanitas que antes le huían al olor del estiércol como si de la peste se tratara; y el despegue en el gasto suntuario tan típico entre los nuevos ricos de cualquier rincón del planeta: carros de lujo, chunches electrónicas inútiles y carísimas.

Pero de pronto les cayó el chahuistle: la crisis mundial le ha pegado a Irlanda mucho peor que a otros países de la Unión Europea; en parte por que su entramado económico todavía no estaba sólido; en parte por cuáles eran las áreas productivas que habían servido de motor para el desarrollo.

Ahora hay montones de construcciones abandonadas o a medio terminar, el desempleo se está disparando, y muchos irlandeses enfrentan un futuro de pobreza

Para algunos, la prosperidad parece haber sido un sueño fugaz. Otros murmuran entre dientes que la riqueza era demasiado bella para ser cierta, y que una vez más la suerte de los irlandeses los había alcanzado. Otros todavía esperan que pase la tormenta y regresen los buenos días.

Lo bueno es que en México ni ilusiones nos hemos hecho. Y así la crisis se siente menos feo. Digo, mal de muchos...

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