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La venganza es dulce…y puede ser formativa

EL COMENTARIO DE HOY

Francisco Amparán

En medio de la batahola de la crisis financiera, productiva, monetaria, comercial, industrial y creo que hasta reproductiva que se está abatiendo sobre el planeta y su vecindario del Sistema Solar, tenía que surgir un escándalo que ayudara a enfocar las baterías del enojo popular en una persona específica. Así suele ocurrir en todas las crisis: por ahí se destapan las viles acciones de un malandrín, de preferencia millonario, el cual se convierte en el blanco de la justa ira de quienes se quedan sin un cinco, o sin empleo, o sin casa. O sin ninguna de las tres cosas.

El chivo expiatorio de la presente crisis es un asesor bursátil llamado Bernard Madoff. Éste era el típico mago de Wall Street, que les daba abundantes rendimientos a sus clientes, los cuáles se contaban por centenares. Y no sólo eso: había varias celebridades y sociedades caritativas famosas como parte de su clientela. Era una especie de controlador de las carteras de inversiones de los ricos y famosos.

Pero con el despapaye del pasado otoño salieron a relucir algunos datos no muy positivos sobre los movimientos del señor Madoff. Según parece, usaba el dinero de unos clientes para tapar las pérdidas de otros, y así mantener su imagen de genio de la Bolsa. En el proceso, desvió lana por, según parece, cincuenta mil millones de dólares. El angelito se encargó de realizar el fraude más grande y escandaloso de la historia… con la posible excepción del sexenio del priista José López Portillo.

Madoff fue puesto bajo arresto domiciliario en su penthouse de Nueva York. Así hasta yo me convierto en reo. Pero no era ésa su única propiedad. También tenía una casa en Florida, para cuando le calara el frío y quisiera reírse a gusto, sin que se le partieran los labios, de los ingenuos que le entregaban su dinero.

Y de esa casa de Florida fue extraída, hace un par de semanas, una estatua. No particularmente bella ni valiosa. Además, fue lo único que los trasgresores robaron de la residencia.

La semana pasada salió el peine de cuál era el objetivo del hurto: la estatua apareció intacta en un club campestre del que es socio Madoff. Al objeto estaba pegada una nota: “Bernie el Tranza, lección: regresa las propiedades robadas a sus legítimos dueños: Firman: Los Educadores”.

Si entiendo bien, los ladrones de la mentada estatua querían darle un par de lecciones a Madoff. Primero, que viera lo feo que se siente que lo roben a uno. Y segundo, que hay que devolver lo que uno tomó sin ser suyo. En teoría, los perpetradores de la travesura querían educar a Madoff, quizá porque de chiquito, ni en su casa ni en la escuela, nadie le dijo que eso estaba mal hecho.

Qué tanto impacto tenga la lección en un tipo como Madoff, la verdad, no creo que sea muy grande. Pero la puntada, como quiera, estuvo buena.

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