La ausencia de educación, como circunstancia principal de la indisciplina que predomina en el balompié mexicano —tanto en la cancha como fuera de ésta—, no es exclusiva de los futbolistas y los entrenadores.
A ellos se suman los directivos, quienes según el sicólogo del deporte, Octavio Rivas, son los primeros en dudar de quienes procuran fomentar valores en los atletas.
“Ellos no creen en nosotros”, lamenta Rivas. “Cuando lo más importante es el negocio y no la vida de las personas, entonces se está viviendo una sociedad cada vez más perversa y corrupta, donde lo que vale es ganar dinero a como dé lugar. Y después tú quieres poner disciplina cuando eres el primero que pone el ejemplo de la indisciplina, pues así no va a funcionar”, sostiene.
Involucrado con el campeón Pumas y hasta en Selecciones Nacionales, el experimentado sicólogo añade que “mientras menos educación tienes, más fácil será la indisciplina” y señala que si llegas a ser directivo, “pues imagínate cómo tratas a la gente o cómo manejas tu negocio”.
“Puede ser muy exitoso económicamente, pero a qué precio, ¿verdad?”, resalta el galeno.
Octavio Rivas propone tanto a dirigentes como a estrategas enseñar con el ejemplo y por eso recuerda un hecho reciente, sucedido durante el juego eliminatorio entre México y Honduras, celebrado en el Estadio Azteca.
“¿Supiste de la anécdota del último partido, cuando estaban provocando a Cuauhtémoc Blanco y que fue Javier Aguirre a tratar de interferir?, porque un tipo, después de que lo pateó, se tiró al piso y quién sabe qué le seguía diciendo de insultos y algo se ve que Javier se mete. Y estaba alguien ahí que le dijo: ‘Tu ya cállate Javier, no te metas, desde la patada anterior la regaste’”.
Lejos de contradecir a Rivas, el presidente del Atlas, Carlos Martín del Campo, asegura que la institución rojinegra cree en el desempeño de los sicólogos y por eso trabaja con ellos, a sabiendas de que los futbolistas reclutados vienen de un nivel “bajito de vida”, reveló.
Sin embargo, reconoce que el “negrito en el arroz” es el propio estratega Ricardo La Volpe, a quien contradictoriamente justifica: “Él dice que muchas veces explota y lo malinterpretan y que a nivel de cancha la sangre se calienta muy rápido”.
Eso sí, se dice dispuesto a aplicar todo el rigor del reglamento interno si se llega a presentar alguna indisciplina en su plantilla.
“Si se comete en una concentración, es rescisión de contrato”, comparte Del Campo, quien señala que existe trabajo de monitoreo entre los deportistas para que estén a determinada hora en sus respectivos hogares.
En vez de caer en vigilancia extrema, Octavio Rivas asegura que una de las tareas del sicólogo es “convertirnos en una especie de hogar sustituto”, valores difíciles de inculcar si los dirigentes o el propio cuerpo técnico carecen de soporte ético.
“A veces dando el mal ejemplo el directivo o el técnico, ¿con qué autoridad moral le dices a tu hijo que no tome si tu llegas ahogado de borracho?”, se queja Rivas.
¿Cuántas veces el propio La Volpe no salió a trasnochar, en plena Copa Confederaciones 2005 o incluso en Alemania 2006?, como muestra que avala el dicho del sicólogo.
El caso de los dueños del balón es similar. “Si tú ves a alguno de ellos que cree que sus empleados son objetos de su propiedad y que los pueden mandar al demonio sin ninguna explicación de nada, bueno, por favor, entonces ¿cómo luego quieren disciplina? Y eso lo ves aquí, en Centro y Sudamérica y en Europa”.
A todos estos aspectos se añade otro más, relacionado con el alcohol y al que los futbolistas no están exentos. “El alcoholismo es el principal factor de autodestrucción de la humanidad, pero diles a las empresas que viven de ello, ¿qué te pasa, vas a acabar con una fuente de trabajo y parte de la economía de un país...?”.