La semana que terminó volvió a dejar en evidencia los graves problemas que se viven en la Dirección de Seguridad Pública de Torreón. Hoy la promesa que hizo el alcalde, José Ángel Pérez, de tener la mejor Policía del Norte del país se ve más lejana que nunca.
La crisis tiene diferentes aristas y varios años. Por un lado está el hecho de que más de 80 aparatos para enviar por satélite la ubicación de patrullas de la Policía fueron averiados por los propios agentes, cuyas intenciones para hacerlo se desconocen, pero que sin duda llevan a los ciudadanos a pensar que dichos elementos andan en malos pasos y por eso no quieren estar localizables.
Por otro lado está el hecho de que 339 policías fueron suspendidos por no presentarse a un examen antidoping, la medida como castigo sería aplaudible si no fuera por el hecho de que cerca de 120 agentes dedicados a la vigilancia de edificios públicos y privados aseguran que nunca fueron notificados de la prueba, lo que revelaría fallas administrativas en la corporación.
Aún con este detalle vale la pena preguntarse ¿por qué alrededor de 219 elementos no acudieron al antidoping cuando no están comisionados a vigilar una empresa y por el contrario sí andan en las calles y portan armas?
Pero sin duda lo más grave son las denuncias recientes de los ciudadanos que afirman haber sido víctimas de la delincuencia cometida por los propios agentes. En este escenario José Ángel Pérez declaró que tiene a los malos elementos en la mira y que no le temblará la mano para darlos de baja de la corporación.
Es cierto, el problema no es nuevo e incluso el alcalde reconoce que en su propia Administración el ex director de la Policía, Alfredo Castellanos, así como otros jefes que ha tenido la corporación han solapado la indisciplina de los malos elementos. Para mala suerte de José Ángel Pérez la “bomba” ya estalló, de ahí que esté obligado a cumplir su palabra de limpiar la corporación, porque la crisis policiaca y como consecuencia de seguridad ya es insostenible en Torreón.
