“Los mismos críticos que dicen que los Estados Unidos de América no han intervenido lo suficiente en Honduras son las mismas personas que dicen que siempre intervenimos y que los yanquis necesitan salirse de Latinoamérica… si estos críticos creen que es apropiado que nosotros de repente actuemos de manera que en otro contexto ellos mismos considerarían inapropiado, creo que entonces eso indica que quizá hay algo de hipocresía …”, fueron las palabras del presidente Barack Obama, en su visita a México.
El Presidente de E. U. calificó lo expresado por Manuel Zelaya, presidente botado de Honduras por un Golpe de Estado, quien habría dicho que las acciones de EU en contra de los golpistas eran tibias, aduciendo que podían acabar con el Gobierno de facto en 5 minutos si quisieran, dada la dependencia económica que tiene Honduras. El presidente de México, Felipe Calderón, le llamó paradoja.
Veamos, hipocresía es el acto de preconizar cualidades, ideas o sentimientos contrarios a los que en realidad se tienen. Un hipócrita es alguien que esconde sus intenciones y verdadera personalidad. La paradoja es una figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que envuelven contradicción. El que se haya pedido que los gringos resuelvan la problemática que vive Honduras, cuando es común que en algunos países latinoamericanos se condenan sus intervenciones, es no saber cómo se usan los calcetines en los pies. Al decir el presidente hondureño que nuestros vecinos del norte, no tienen una verdadera intención de poner en su lugar a los golpistas no se dan los elementos de lo que es la connotación clásica de la hipocresía. Lo curioso del caso es que la acusación de hipócrita lo único que pretende, según se ve, es desestimar el argumento de Zelaya. Nos tachas de que no ponemos en su lugar a los golpistas, obligándolos a reinstalarte en la Presidencia, pero por otro lado te solazas gritándonos intervencionistas, lo que sí somos, pero no cuando a ti se te ocurra, sino cuando nosotros lo consideremos conveniente.
En tanto, la paradoja consiste en una contradicción entre dos ideas. El que Manuel Zelaya haya pedido su participación al Gobierno de Washington en el problema que aqueja a la República de Honduras, es como bien lo ha dicho el presidente Felipe Calderón ni más ni menos que una paradoja. Por un lado escuchamos que los E.U. de A. indebidamente intervienen en el resto de América y ahora, debido a un Golpe de Estado, el presidente Manuel Zelaya solicita a los estadounidenses que lo ayuden a que se le restituya en el poder. Dijo Calderón que resulta un absurdo que quienes más han rechazado la intervención norteamericana en la región, sean ahora quienes con ahínco invocan la necesidad de pedir que intervenga un Gobierno extranjero, para que les apriete las tuercas a los golpistas en Honduras.
Si me lo permiten, diré que Zelaya está siendo utilizado por el grupo disidente de países que anhelan sacudirse al coloso del Norte. Eso demuestra una ingenuidad en Zelaya que raya en la torpeza. El único que se verá arruinado en sus propósitos de regresar al poder será el hondureño. Aquí en nuestro país hizo el “oso” agrediendo sin ton ni son a los gobiernos: mexicano y estadounidense, lo que provocó fuera virtualmente echado fuera del territorio azteca. Las cosas le habían salido bien, hasta que se juntó con gobernantes que no son bien vistos por la Casa Blanca. Total, paradoja o hipocresía o ambas, el golpeado Presidente con esa actitud se las verá duras para retornar a la silla de la que fue despojado. Lo que en este caso hace la diferencia son las Fuerzas Armadas y el hecho probado de que los Golpes de Estado son un recurso utilizado por las clases dominantes, a quienes se les agotó la paciencia de mantenerse dentro de los márgenes de un orden legal, revelando en contraparte que andar suplicando que le regresen el poder tiene la consecuencia de que llegará el momento en que cuando toque la puerta se darán con ella en las narices aun tapándose con el sombrerote de una democracia, que sólo lo es, si favorece los intereses de las clases acomodadas. En fin, el hondureño debería saber que el poder no se mendiga, se arrebata. Son las bayonetas, en un sentido histórico, las que hablan.