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Las ilusiones

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

He estado pensando en el por qué me gusta tanto la Navidad y desde que tuve uso de razón se da una constante que ha permanecido hasta la fecha. Esa constante es el factor ilusión.

Siendo niño, me ilusionaba mucho el ver en el amanecer del nuevo día, los regalos al pie del árbol de Navidad. Esa ilusión me mantenía vivo, despierto, durante las semanas previas a la Nochebuena. Tanto así, que en esos días tardaba mucho en dormirme, porque la expectativa de los regalos me mantenía en vilo.

En realidad todos los preparativos me ilusionaban, pero los regalos de esa noche eran un poderoso incentivo, pues creo que constituían una de las grandes ilusiones de esos años.

Luego, cuando nos arrancan la magia de la Navidad, vamos cambiando nuestras ilusiones pueriles por otras, pero la emoción continúa siendo la misma.

Nos emociona el ver a la mujer que amamos, el tocar su mano o besar su boca por primera vez.

Nos emociona, igualmente, el primer viaje en solitario y en verdad, todos los demás también.

Descubrir nuevos lugares, visitar otros largamente añorados, admirar la belleza de una ciudad y hasta llorar de alegría al volver a lugares que nos han hecho dichosos.

En la vida es necesario tener ilusiones. Pero no cualquier ilusión y menos las que nos vende el materialismo en el cual vivimos, sino ilusiones verdaderas, de carne y hueso, como el volver a ver a los grandes amigos, sentarnos tranquilamente a disfrutar una tasa de café y una buena charla, para ponernos al día de su vida y contarles la nuestra.

Pero, a cada paso de nuestra vida, debemos crear ilusiones, porque son ellas las que nos mantienen vivos.

Hoy son muchos los motivos que nos desilusionan y nos conducen a la desesperanza. Nuestro país se convulsiona y está dolorido. Todos sufrimos de una forma u otra y no sería difícil que cayéramos en un trauma permanente.

Muchos son los hijos de esa desesperanza, muchos los que no han conocido mas que tiempos de crisis y sin embargo, siguen luchando, esforzándose por ser cada día mejores; y siguen así, porque han sido capaces de crear ilusiones, de confiar en que a pesar de todos los pesares, llegará el día en que volverá a brillar la luz y las tinieblas desaparecerán.

No podemos perder ni la ilusión ni la esperanza. México ha conocido tiempos gloriosos y contra lo que se diga, su pueblo, el elemento humano que lo compone, sabe reponerse de sus caídas.

Las ilusiones, como las ideas, en un momento dado se concretan, si persistimos en ellas, pues no hay imposibles cuando se tiene voluntad y coraje.

No dejemos de perseguir aquellas estrellas que aparecen en nuestro firmamento, por más lejanas que estén.

Porque a fuerza de insistir algún día las alcanzaremos.

Addenda II.- No puedo cerrar estas líneas sin manifestar mi crítica hacia los medios de comunicación que, en su afán amarillista, expusieron la vida de la familia del marino que falleció en el enfrentamiento con narcotraficantes en Morelos. No tienen esos editores conciencia plena de su función como medios de comunicación. Desde luego que en esos hechos, el Gobierno, exhibió también, una vez más, la ingenuidad con la que trata estos asuntos. Ojalá en algún momento entendieran que con esas acciones lo único que hacen es apología del crimen y ayudan a que la crisis en materia de seguridad se recrudezca.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".

Recordemos siempre que no es utópico vivir de ilusiones, pues es eso lo que engrandece al mundo.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".

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