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Las lecciones

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

El caso de la controversia constitucional que acaba de resolver la Suprema Corte y que se generó entre el Estado y Municipio, por la creación de la Secretaría Regional y que se resolvió a favor del Estado, plantea una serie de lecciones sobre política y administración pública, que no deben omitirse.

Los pormenores el caso son bien conocidos, así como los actores principales, pero sobre todo la parte que perdió debe sacar una serie de conclusiones si quiere aprender la lección que el caso arroja. De otra manera, de poco habrá servido la derrota, como no sea para que sus adversarios se solacen con el triunfo.

En primer lugar, nunca debe uno aferrarse a construir una confrontación si tiene la posibilidad de arreglar un diferendo de otra manera.

El Municipio apostó a la confrontación quizá pensando en que eso era lo que le hubiera gustado a la ciudadanía, cuando que ésta si de algo está cansada es de confrontaciones entre órdenes de Gobierno.

Desde que se hizo pública su interposición, la ciudadanía reaccionó en contra del Municipio, porque obviamente, eso implicaba la paralización de diversas obras públicas de señalada importancia. Por lo común nos quejamos de la falta de obras y a la hora que éstas se realizan no debemos oponernos a ellas, antes al contrario.

¿Qué es posible que haya pasado? Pues que el Municipio vio la forma de confrontarse con el Estado y no lo pensó más, se fue como gato al bofe, sobre la controversia pensando que la gente le iba a aplaudir esa acción y sucedió lo contrario.

Segundo: Cuando se sopesa una acción jurídica como la comentada, es importante que alguien valore las consecuencias políticas. Por lo común esa tarea le toca a quien encabeza una Administración.

Es cierto que los recursos jurídicos están ahí para utilizarse, pero también lo es que, hay que levantar la vista de la ley para avizorar las consecuencias que una acción de esa naturaleza va a producir.

En el caso en comento, nadie realizó esa tarea y todos se conformaron con asentir lo que el jefe decía. Sé que es difícil decirle a un superior las inconveniencias de una acción de su agrado, pero la labor de un inferior serio y objetivo, es ésa, no solo decir que está muy bien y aplaudirle al jefe.

Tercero: El político tiene que estar atento a las voces que disienten de su pensar; y en el caso en comento, muchas fueron las que le advirtieron al Municipio que ahí no había una violación constitucional y sin embargo, no fueron tomadas en cuenta, engolosinados como estaban con ganarle esa partida al Gobierno del Estado.

Cualquiera puede decir que la ley establece tal o cual cosa, pero pocos son los capaces de levantar la vista y advertir las consecuencias de una acción. El buen político avizora las consecuencias y atempera las acciones.

Pero además, no era necesario recurrir a un gran despacho jurídico de México y pagar una millonada con cargo al erario, para llegar a esa conclusión. Aquí hay muchos abogados que por un estipendio mucho menor les hubieran elaborado un dictamen sobre el caso.

Cuarto: Frente a la verdad legal, que es la que determinó la Corte, sólo queda decir que se someten a ella, y no tratar de encontrarle puntos favorables, como el que ésta determinó que se coordinaran las instancias de Gobierno, porque de eso no había duda. La diferencia estaba si el Estado había actuado con apego a la ley y a la Constitución federal o no. La Corte, como sabemos, dijo que era constitucional la acción del Estado. Esto era lo trascendente, las demás son actitudes infantiles.

Quinto: A la decisión equivocada de interponer la acción de inconstitucionalidad, se sumó la decisión de separar inmediatamente de su cargo al secretario del ayuntamiento, como si en esencia él fuera el culpable del resultado del caso.

Con esa lógica, la cabeza de la Administración municipal debería dejar el cargo, porque la responsabilidad última es suya y de nadie más.

Todas éstas son lecciones que quienes intervinieron en este caso deben de sacar del mismo, pues de otra manera no acabarán de aprender nunca.

Podrían parecer sencillas, fáciles de adoptar y aplicar, pero lo cierto es que son difíciles, porque entrañan experiencia, humildad y visión de futuro.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".

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