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Las mensitas

ADELA CELORIO

Con una población mayoritariamente compuesta por una clase media de escolaridad limitada, la Delegación Ixtapalapa es una de las más grandes y sobrepobladas de esta capital. El barrio es bravo, polvoriento y feo, pero la gente no es tonta y ahora que "Juanito" ha decidido asumir el puesto de jefe delegacional legítimamente ganado, la barriada ha comenzado a llamarle con todo respeto Don Rafael Acosta, que es su verdadero nombre.

Como seguramente todos recordamos, "Juanito" (ex vendedor de chicles y chambero) accedió a postularse como candidato pelele para si ganaba, pedir licencia y ceder su lugar a una mujer que nunca hizo campaña ni nadie votó por ella. Manipulado por la Chachalaca Macuspana, el tal "Juanito" no sólo ofreció públicamente pedir licencia sino que se comprometió ante notario público a ceder la jefatura delegacional a la petista Clara Brugada. Pero el poder es seductor y una vez obtenido el triunfo, el tal "Juanito" declaró: "A mí nadie me da órdenes", y de inmediato comenzó a movilizarse. Antes que otra cosa, el aguerrido personaje acudió a la Guadalupana para ponerse bajo su protección. Ahora dobleteando la campaña, recorre las sedientas calles de Ixtapalapa, toca a las puertas de los vecinos y no duda en subirse al Metro para hablar con la gente y pedir apoyo para su grito de independencia. Ya sin la banda tricolor en la cabeza, vestido convencionalmente de traje oscuro y corbata, Don Rafael Acosta es un hombre que si bien carece de instrucción, le sobra astucia, ambición y carisma. "No renunciaré, los ciudadanos votaron por mí, puedo rodearme de buenos asesores para gobernar" -asegura- y bien mirado, el hombre parece ser sincero y tener genuino interés en mejorar la bajísima calidad de vida de Ixtapalapa que él conoce bien a fondo.

Comparado con los manojos de mañas que son sus colegas, Don Rafael será un jefe delegacional menos maleado, además, difícilmente podría hacerlo peor que sus experimentados antecesores. Al contrario de "Juanito", las mal llamadas "Juanitas" porque lo que les corresponde es "Mensitas" (todas ellas con un poco más de preparación y experiencia en la grilla que él) realizaron una campaña que exigió un gran esfuerzo, desplazamientos constantes, riesgos. Ellas dieron la cara y para obtener el voto se comprometieron con la ciudadanía. Tanto esfuerzo para que ahora, traicionando el principio tan duramente conseguido de "equidad de género" cedan el puesto a unos hombres que con premeditación, alevosía y ventaja las usaron, las ningunearon y ahora las relegarán. Se lo merecen por mensas. Después de haberse mantenido en un cómodo anonimato y sin correr el menor riesgo, los hombrecillos salen ahora de las enaguas de las mujeres a usurpar diputaciones que por decisión de los votantes sólo a ellas corresponden. Las pobres Mensitas seguramente estarán contentas de haber servido fielmente a sus amitos. Y ni qué hacer, si al cabo su gusto es.

Pero estamos en septiembre y lo que toca es echar las campanas al vuelo, mandar las mejores vibras a nuestro México y desear que las dificultades por las que atravesamos sirvan para construir un país mejor. Ahora que por más buena voluntad que uno tenga no puede dejar de preguntarse ¿qué podemos esperar de esos hombrecillos que se valieron de las mujeres para entrar por la puerta de servicio al Palacio Legislativo?

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