Mamá es un ruiseñor. Nació para cantar, para la primavera, las fiestas y el mar. Su camino no ha sido un jardín de rosas, pero siempre ha sabido sobrevolar las penas. No hila ni teje y como los lirios del campo, ella se sustenta de lo que la vida le ofrece en abundancia. Es probable que su misoginia se deba al hecho de tener seis hermanas y cuatro hijas. La personalidad de mamá tiene un amplio registro que va desde reina de Inglaterra (distante con quienes considera sus súbditos) y Britney Spears (irresponsable, divertida y chispeante con quienes considera sus iguales (sólo califica gente blanca y bonita).
Con mamá se puede contar para cualquier cosa excepto para sufrir: "que cada quien sufra solo porque es contagioso". Obviamente ella ha sido la maestra con quien he aprendido mucho de lo que yo no quiero ser ni hacer. De mi estirpe jarocha son tres hermanas menores. Tan menores que nunca fueron mis compañeras de juegos, lo que no impidió que al crecer vivamos en fraterna competencia y practiquemos alegremente perversos jueguitos de envidia y de celos. Eventualmente también reímos y nos queremos.
Importantísimas en mi vida son también mis amigas, solidarias compañeras de llanto cuando toca llorar, y de risa cuando la vida se pone chistosa. Hermanas del santo desorden con quienes he compartido años y travesuras, no pasarán de una docena, aunque sólo unas cuantas son sólidas y confiables como la roca. Las demás son divertidas, apapachonas, y siempre se puede contar con su compañía para una sabrosa tarde de confidencias, un safari por los departamentos de cosmética de cualquier tienda, y un puntual regalo de cumpleaños.
En compartimiento especial de mi alma están mis compañeras en las letras: sensibles, comprometidas, críticas severas, irónicas, y algunas de ellas un poco cínicas, pero todas de risa fácil y un refinado sentido del humor.
Un lugar preponderante entre las mujeres de mi vida lo ocupan mis mentoras y maestras: mujeres ejemplares de quienes aprendí que la genuina feminidad consiste en atreverse a decir y a ser lo que cada una de nosotras decida, incluida la libertad de equivocarnos. Junto a estas mujeres fuertes descubrí la dignidad y la alegría del trabajo, el compromiso con la sociedad que me cobija; y la imperiosa necesidad de ser autosuficiente (cosa que sigo intentando sin conseguir). Y haciendo el recuento de las mujeres de mi vida, debo mencionar algunas cuya trayectoria me inspira actualmente.
Son laboriosas, luchadoras, capaces de alcanzar sus sueños por sus propios méritos como Michele Bachelet: madre soltera y pediatra de profesión, quien hoy ejerce con mesura y talento la Presidencia de Chile. Margarita Zavala, no como primera dama sino como la comprometida profesionista, luchadora social, y prudentísima esposa de nuestro presidente.
Michele Obama por las mismas razones que Margarita; y a Doña Borola Burrón personaje que encarna tan bien a las mujeres que sin reconocimientos académicos ni pedigrí, somos capaces de reinventarnos cada mañana, y renovadas, asomarnos al mundo para descubrir un poco del todo que ignoramos.
Mujeres que junto a un fiel compañero como Don Regino, o sin él, hacemos el doble esfuerzo (el esfuerzo de las mujeres siempre ha de ser doble) para conseguir una mejor calidad de vida, para ampliar los horizontes de nuestras hijas, y para formar a nuestros niños como hombres de bien y no como machos; labor por demás difícil en un país donde pululan libres e impunes, ejemplares como el "Gober Asqueroso".
Aunque el "Día de la Mujer" se me adelantó, lleve esta tardía nota mi admiración y respeto a todas las mujeres que mantienen el rumbo del mundo; ese rumbo que los hombres tanto se han obstinado en perder.