Era tan grande su nariz que parecería que el hombre estaba pegado a ella, parafraseando a Francisco de Quevedo, según recuerdo decía de Cyrano de Bergerac. Aunque confieso que no tengo cómo distinguir al personaje real, del recreado por el drama homónimo del escritor Edmond Rostand, pero no obstante prefiero a este último, héroe romántico, al de carne y hueso que fue un hombre libertino y materialista. La obra escrita originalmente en verso se llevó al teatro y posteriormente al cine. En la película, la que vi hace ya varias décadas, hace una colosal interpretación el actor José Ferrer, que le valió el Óscar de la Academia. He de confesar que leí con emoción el libro y disfruté posteriormente la estupenda interpretación del actor puertorriqueño en el filme. La foto de Román Polanski, dada la prominencia de su apéndice nasal, me trajo a Cyrano de nuevo. Su órgano olfativo es lo suficientemente grande como para competir con el de Bergerac, aunque debo decirlo es bien recto y suficientemente largo para darle personalidad a su rostro. Los periódicos de todo el mundo han traído, en estos días, la reseña de su detención en la ciudad suiza de Zurich.
Puedo asegurar que tarde o temprano será redimido y puesto en libertad, pues los hechos de que se le acusa, sucedieron hace un poco más de treinta años aunque el delito es considerado grave; la violación a una pequeña es de alta penalidad en los Estados Unidos de América. Desde aquel entonces ha vivido fuera de ese país a salto de mata, o en el caso, de los estudios cinematográficos, es perseguido por los tribunales de los que escapó cuando gozaba de una libertad transitoria. Lo que mi flaca memoria me dice de lo que sucedió en aquellos entonces es que este francés de origen polaco se dejó llevar por sus instintos teniendo sexo con una menor de apenas trece años de edad, se dijo, que el acto tuvo lugar en el asiento trasero de un coche. Nada se sabía del evento si no es que emocionada por el candor de sus años se lo comunicó a una amiga del colegio, vía telefónica, indicándole que la relación había sido aberrante, conversación que los padres escucharon. Eso trajeron las noticias de la época, ya que ahora se habla de que violó a Samantha Gaimer en la residencia del actor Jack Nicholson, para lo cual la habría obligado a beber alcohol. ¿Cuál será la versión correcta? Sepa la bola. En realidad, no importa, lo que sí interesa del asunto es su aspecto jurídico dado el tiempo transcurrido en que logró evadir la acción de la justicia.
Aquí en nuestro país se considera que si el inculpado huye estando sub judice, esto es sujeto a la jurisdicción de un juez, bastará que el tiempo en que se encuentra lejos de los barrotes de una cárcel sea el suficiente para que el infractor sufra los horrores de una existencia disminuida por la persecución. En estos días la presencia de una jauría olfateando al que se evadió al atravesar un pantano, sólo existe en las películas. La Ley contempla como causa de extinción de la acción penal a la prescripción. La acción penal prescribirá en un plazo igual al término medio aritmético de la pena privativa de libertad que señale la Ley para el delito de que se trate. Échese ese trompo a la uña. Es obvio que allá en la Unión Americana la cosa es diferente, pues sus instituciones jurídicas son otra cosa. Se dice ahora mismo que Polansky no está por encima de la Ley, que una vez que se comienza, allá en Suiza, aseguran, no hay sitio para la influencia política. ¡Recórcholis!, ya veremos y diremos.
El aclamado director debió ser detenido de conformidad con las disposiciones jurídicas internacionales. Lo que se dice acerca de las medidas que puedan tomar sus abogados para evitar su extradición, de Suiza a Estados Unidos, es que son pocas. Creo, según mi modesta opinión que una de ellas sería que las autoridades estadounidenses durante los 60 días con que cuenta para pedir formalmente al Gobierno suizo la entrega, se abstuvieran de hacerlo, con lo cual darían oportunidad a que obtuviera su libertad el cineasta de 76 años. Tomo en cuenta la circunstancia de que su misma víctima, de en aquel entonces, pide se revoquen los cargos, pues aclara hubo, con la participación de sus padres, una demanda contra Polanski y se alcanzó, en aquellos años, un acuerdo extrajudicial entre las partes considerando que, en razón de lo anterior, el asunto está zanjado. A la fecha está casada, tiene tres hijos y lo último que quiere es volver a ser noticia, por el grave daño que eso le causaría, agregando que en el pasado toda la publicidad que rodeó el caso fue tan traumática que la conducta de su agresor palidece en comparación con aquello. En fin, las autoridades tardíamente tienen en sus manos la posibilidad de hacer justicia que no necesariamente consiste en mantener preso al hombre cuya cara está sujeta a sus napias.