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LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA

JUAN RECAREDO

¿QUÉ ONDA CON EL LENGUAJE DE LOS JÓVENES?

Un día estaba yo en casa de un amigo, suena el teléfono y se me ocurre levantar el aparato para contestar y al mismo tiempo, el hijo de mi amigo, entonces de 17 años, levanta la extensión. Escucho un extraño diálogo que era más o menos así:

¿Qué onda güey?

No, pos ni maiz güey

¿Fuiste, güey?

Sí, pero pos, ni maiz cabn

¿Y la chava?

No pos la chava perrón pero pos yo dije, le dije ¡qué onda güey!

Discretamente colgué el teléfono para no interrumpir tan diáfana conversación.

Veinte minutos después seguía yo ahí y necesitaba hacer una llamada. Levanté el teléfono y el diálogo ahí estaba todavía... N→ ombre, pos qué onda cannn... Lo más extraño del caso es que ambos especímenes parecían entenderse a la perfección. De todas maneras me preocupó que el lenguaje esté llegando a ser eso.

Tenemos un idioma maravilloso. Nuestro español. No el español de España.

Tampoco es castellano aunque ese sea su nombre oficial y así se haya institucionalizado. Es nuestro español, el español de México con su léxico propio, con su historia y su personalidad tan diferentes.

Nosotros tenemos nuestras herencias maya y náhuatl, sólo nosotros sabemos cantarle su nombre al Iztaccíhuatl y no llamarle fríamente mujer blanca que no es mujer dormida sino blanca. Que después de tanto estar ahí se haya quedado dormida eso a cualquiera le pasa. Hasta en las mejores familias

Sólo nosotros, los mexicanos podemos decirle xóchitl a una flor y citlali a una estrella con nuestro idioma musical que es una maravilla. Y esa lengua mexicana, con sus cantos y tonadas tan nuestras, es lo que nos permite armar nuestros propios conceptos, expresar nuestras propias ideas, decir frases, sentenciar nuestros refranes y jalar el hilito de nuestros pensamientos para hacerlos que salgan y se muestren dulces o amargos, tiernos o ásperos pero que son destellos de lo que sucede allá dentro del alma.

Ese es el privilegio que nosotros tenemos y nos lo da ese hermoso recurso de la comunicación que es el lenguaje. Por eso duele tanto, tanto maltrato que le damos al idioma cuando decimos haiga o démen, a donde fuistessss. ¿Qué onda güey! Te esperé pero pos no llegastes, no llegó nadien y cuando andábanos cortando rábanos Íbanos y veníanos o nomás mirábanos.

¿Qué nos pasa, por Dios? pregunto abiertamente. ¿Qué nos está pasando Laureano? ¿Por qué hablamos con tantas deficiencias? ¿Por qué hacer tan pobre uso y abusar tanto del lenguaje que no nos ha hecho nada malo sino por el contrario nos da la posibilidad de algo que parecería imposible como definir un atardecer o para cantar Las Mañanitas al pié de la ventana de la mujer amada.

Escríbale a Don Juan Recaredo: La dirección de su correo electrónico es donjuanrecaredo@gmail.com

PREGUNTA DEL PÚBLICO: Tengo una duda sobre cómo escribir las dependencias oficiales, Yo sé que Gobierno Federal, Gobierno del Estado, Presidencia de la República, etc., van con mayúscula la primera letra, sin embargo, donde trabajo (en un periódico) ponen todo en minúsculas. Me puede usted decir cómo es lo correcto. Graciela Burgos

RESPUESTA: La regla general es que cuando se está refiriendo a un organismo en particular, se debe escribir con mayúsculas iniciales. O sea, si se refiere a una presidencia de una república sin que vaya implícito a cual se refiere, entonces va con minúsculas, pero si al decir la Presidencia de la República, se está refiriendo por ejemplo a la Presidencia de la República Mexicana, debe usar mayúsculas.

Frase para terminar: Si quieres romper las reglas, lo primero que tienes qué hacer es conocerlas a la perfección. ¿Cómo dijo? ¡LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA!

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