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Las peras o las manzanas

Gilberto Serna

Haya sido un incidente de tránsito o un atentado que iba dirigido contra el gobernador de Chihuahua, que se ha visto inmerso en una ola de violencia, no es un asunto que se pueda pasar por alto, voltearse hacia otro lado y hacer de cuenta que no ocurre nada.

Si fuera lo primero, revela hasta dónde ha llegado la pérdida de la ecuanimidad de los ciudadanos que por un simple desacuerdo vial se propicia que salgan a relucir armas de fuego, produciéndose intercambios de disparos. En cambio si se llegara a demostrar que se trata de un intento de agresión en contra del Gobernador estatal estaríamos frente a un hecho inédito cuyas consecuencias futuras son de pronóstico reservado.

La entidad donde sucedieron los hechos ha sido o es escenario de furiosas grescas donde se ha llegado a lo que se podría denominar una absoluta ausencia de respeto a la autoridad, en que sólo faltaría que los rijosos se apoderaran de edificios públicos.

No hay día en que no aparezca en la nota roja de los periódicos la noticia de que han sido abatidas personas sin que a continuación de detenga a el o los responsables. Los gatilleros, hasta ahora, dan la impresión de gozar de impunidad.

Aunque, con la admonición que acaba de hacer el Presidente, de que "el Gobierno ha tomado la determinación de poner punto final a esas acciones criminales", lo mejor es que, poniendo sus barbas a remojar, se arrepientan de seguir con esa ilícita conducta, haciendo un acto de contrición, prometiendo no volver a hacerlo jamás.

En el caso Chihuahua el saldo es: un agente muerto, dos heridos y uno de los agresores detenido. Es esto de una gravedad tal que las autoridades deben tomar las medidas precautorias que pongan a salvo a los mandatarios estatales que de conformidad con el Pacto Federal son altos funcionarios de la federación.

En la larga lista de delitos consignados en las páginas de la historia no encontré que se haya puesto en boga el de acabar con la vida de funcionarios de la categoría de un Ejecutivo estatal. Por lo menos desde los tiempos de Álvaro Obregón que fue asesinado en el restaurante de la Bombilla siendo electo, por segunda vez, Presidente de la República.

Si se hiciera una encuesta pública es casi seguro de que la ciudadanía se inclinaría a pensar que se trató de un atentado en contra del gobernador, que en el momento mismo del ataque salió disparado del paraje peligroso, dejando que sus guardaespaldas se encargaran del asunto.

Si se examina con cierto detenimiento lo ocurrido, podemos asegurar que se trató de un atentado y no de un enfrentamiento surgido de un altercado, producido por un motivo de vialidad. La unidad utilizada por los malhechores fue abandonada y a continuación le prendieron fuego, teniendo reporte de que era un vehículo robado. Se encontraron un arma y dos teléfonos celulares.

Típico actuar de los transgresores de la ley, que cuentan con equipo suficiente para reponer lo que dejan, pudiendo pasar desapercibidos en otro vehículo; Se está volviendo común que un integrante de estos grupos resulte ser un ex militar. El presidente de la Cámara Federal de Diputados, César Horacio Duarte tras deplorar el ataque armado dijo que el hecho es resultado del descuido de una política de seguridad.

Sean peras o sean manzanas el Gobierno que preside Felipe Calderón reacciona diciendo lo que apuntamos al final del primer párrafo de este comentario.

En tanto el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont criticó abiertamente al anterior presidente, Vicente Fox Quesada, el orgullo de San Cristóbal, diciéndole que evidentemente omitió combatir el crimen en el sexenio pasado, agregando que la violencia no es un fenómeno nuevo, dado que ya está aquí desde hace muchos años.

Lo que es nuevo, añadiríamos, es que un funcionario del más alto nivel, se le tire a dentelladas al ex Presidente de las eternas botas sin que reaccione el Presidente en turno, que hasta ahora se había supercuidado de no chocar con su antecesor. Al que por lo visto lo más fuerte que le había dicho es que tuviera discreción.

Puede estimarse que de no repudiar lo que en contra de Fox ha dicho Gómez Mont, podría especularse que en Los Pinos hay desesperación por los cruentos acontecimientos del pasado domingo.

En fin, cada día que pasa esto se calienta más, no advirtiéndose cuándo terminará.

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