Un inmigrante de El Salvador fue sentenciado a dos cadenas perpetuas consecutivas más 30 años de prisión por apalear a una mujer de 83 años y penderle fuego cuando aún estaba viva.
Ramón Alvarado, de 33 años, fue declarado culpable de asesinato, incendio premeditado y asociación delictuosa por la muerte de Lila Meizell, de Wheaton. Meizell había empleado a Alvarado y al primo de éste, José, como jardineros. Los fiscales dijeron que los primos planearon el asesinato de Meizell luego que José Alvarado añadiese dos ceros a un cheque de 75 dólares que Meizell le había dado y posteriormente temiera ser descubierto.
José Alvarado, quien será sentenciado, se declaró culpable de asesinato premeditado y declaró contra su primo.
Ramón Alvarado, cuya primera sentencia a cadena perpetua no incluye la posibilidad de libertad condicional, recibió mil dólares para cometer el asesinato.
"La forma inhumana en la que usted decidió exterminar a una dama ya bien entrada en el otoño de su vida indica que es un sádico", dijo el juez Terrence J. McGann, del condado de Montgomery.
El abogado de oficio Alan C. Drew indicó que apelará. La defensa afirma que José Alvarado cometió el crimen solo.
Al preguntársele si deseaba decir algo, Ramón Alvarado dijo que estaba pensando en lo que su madre pensaría de él después de la sentencia, y consideró que ella podría enfermarse bastante.
De acuerdo con la versión de los hechos presentada en el juicio, Meizell fue asesinada después de que Alvarado cobrase el cheque alterado, pero antes de que la mujer lo descubriese.
José Alvarado reclutó a su primo para matar a Meizell con el fin de ocultar el fraude.
Meizell, descrita en la corte como una mujer generosa y vivaz que tenía un novio, había empleado a los Alvarado como jardineros desde hacía unos dos años. Ella le abrió la puerta a José Alvarado el 26 de noviembre del 2008 cuando éste llegó con el pretexto de recibir otro pago. Ramón Alvarado irrumpió entonces en la casa y repetidamente golpeó la cabeza de Meizell contra los muebles. Seguidamente, la roció con gasolina y encendió un fósforo.
La autopsia detectó hollín en los pulmones de Meizell y quemaduras en su garganta, indicios de que estaba viva cuando le prendieron fuego.
En la audiencia de sentencia, los fiscales presentaron fotografías adicionales del cadáver de Meizell para mostrar la brutalidad de su asesinato.