Elecciones sin tropiezos mayores. Participación suficiente. Resultados predecibles. El PRI, apoyado en su estructura territorial y su trabajo de base, queda como primera fuerza e interlocutor obligado del PAN. La izquierda dividida regresa a ser un actor optativo para cualquier diálogo. Los verdes cargan con su desprestigio. Cualquier decisión apoyada sólo en ellos, dada su muy cuestionable ética, tendrá un tufo de corrupción. El futuro inmediato está en manos de dos partidos, sobre todo si se desecha, como debe de ser, la idea de que el consenso es de calidad superior a las decisiones de la mayoría.
México vive momentos de riesgo. La parálisis sería mortal. Los dineros simplemente no alcanzan. Globalizados, dependientes para bien y para mal, de Estados Unidos, sufrimos la crisis mundial. Petrolizados, porque no hemos podido salir de la ruta fácil del dinero negro, tenemos una estructura fiscal muy débil. PRI y PAN quedaron en una buena posición para ambicionar la presidencia. Pero ¿quién quiere entrar a una empresa quebrada? Lo racional sería tomar previsiones con un presidente herido, pero dispuesto. Tienen 24 meses para arreglar la casa.
Para los dos, PRI y PAN, hay incentivos. Sería suicida no hacerlo. Aunque ya sabemos que el suicidio como imagen amenazante no es garantía, lo estamos viendo con la izquierda. Esperemos que actúen diferente.
PRI y Verde podrían imponerse en la Ley de Ingresos y el Presupuesto, pero eso no es negocio. El Ejecutivo es el responsable político de la conducción económica. Por qué cargar con el asunto, argumentan. No se trata de cogobernar sino de colaborar. La presión se centra en el IVA sobre alimentos y medicinas. Algunas calificadoras consideran que sin esa medida México entrará en un ciclo negativo de sus finanzas. Al decirlo presionan. Debe haber respuesta. ¿Cuál es la salida viable?
El PRI conoce esa historia y contra argumenta: no se sabe bien a bien cuánto vale ese IVA ¿menos de un punto del PIB, dos puntos del PIB? Pero independientemente de ese IVA hay un enorme margen. En su nacimiento el IVA cubría alrededor del 85% de los bienes hoy es menos del 50%. Hay boquetes enormes. ¿Por qué ofuscarse en alimentos y medicinas? dicen. Revisemos el panorama.
Las cifras varían, pero México recauda alrededor del 16% o 18% del PIB. Debería ser más o menos el doble para de verdad poder paliar algunas de las necesidades más apremiantes. Tenemos un Estado pobre, muy pobre. De cada peso fiscal el 40% proviene del petróleo. El resto llega de diversas fuentes. Alrededor de la mitad viene del ISR que es alto en términos internacionales y pone a las empresas en problemas de competitividad.
El segundo impuesto en importancia es el IVA, más o menos un tercio de los dineros fiscales proviene de ahí. Después están los pedazos. El ruidoso IETU sólo recauda alrededor del 5%. La crisis es parte de la explicación, pero sólo parte. Los extraños Impuestos Especiales sobre Producción y Servicios captan el 4%; entre las importaciones y otros impuestos se suman 7 puntos. Sorpresa el recién nacido impuesto sobre depósitos al efectivo ya recaudada un 5%. El combate a la informalidad paga.
Las cifras son claras: el ISR no debe aumentar, a la larga debería disminuir; el IVA -sin considerar alimentos y medicinas- tiene potencial. Pero esa lucha no responde al ritmo de una "Ley de Emergencia" como han lanzado los priistas, es una solución de fondo, de largo plazo. Como también lo es la ampliación de la base, de los causantes.
La "Emergencia" deberá ser afrontada por otras vías: revisión de gasto corriente que según se argumenta ha aumentado de 2000 a 2009 en más del 20%, incluye alguna secretaría (Reforma Agraria quizá) y delegaciones de Semarnat, Sedesol Y SRA; uso racional de los fondos de estabilización que podrían rondar los 30 mmd; revisión de los candados que impiden la aplicación eficaz del gasto; finalmente reorientación del presupuesto para impulsar inversión y empleo. Se argumenta que incluso se podría incrementar el déficit de acuerdo a la propia Ley de Presupuesto, en el entendido de que habrá de reponerse en época de vacas gordas.
El hoyo de 2009 lo podemos brincar, sobre todo si se actúa con rapidez y se convoca a un período extraordinario. Ahora, si vamos al fondo hay dos asuntos inexorables: la ampliación de la base y algo de lo cual no se habla, el predial.
En los países de la OCDE ese impuesto recauda en promedio 5% del PIB, en México es la décima parte. La reforma hacendaria debe llegar al nivel estatal y municipal. Todos saldríamos ganando, habría más justicia fiscal. Pero para ello necesitamos que los presidentes municipales tengan el incentivo de actualizar el catastro y recaudar -ambas medidas impopulares- y tener tiempo de cosechar.
Su reelección es parte del nudo. PRI y PAN deben limpiar la casa. Si van juntos el llamado costo político sería una falsa amenaza. Es un buen momento, saquemos la emergencia y entremos al fondo.
