Aristófanes es el principal representante de lo que se da en llamar la Antigua Comedia griega; ésta se basa en personajes conocidos, por lo general contemporáneos, que arreglan algún problema de maneras cómicas y hasta groseras. Esas obras también servían para hacer crítica social, burlarse de los políticos o celebridades, y resaltar los vicios, defectos o metidas de pata de las personalidades importantes de la Atenas del período clásico. Ni siquiera Sócrates se escapó de los punzantes dardos de Aristófanes.
Una de sus obras más conocidas es "Lisístrata", en donde se narran los esfuerzos de una mujer con ese nombre para detener una calamidad que se abatió sobre todos los griegos: la llamada Guerra del Peloponeso, que durante más de 25 años devastó a la civilización helénica.
La manera en que Lisístrata pretende ponerle fin a la contienda es muy ingeniosa: que las mujeres griegas les nieguen sus favores sexuales a sus cónyuges y amantes hasta que no se haga la paz. El boicot de cama surte efecto, y los belicosos hombres tienen que llegar a un acuerdo para poder regresar a los lechos, que estuvieron vacíos mientras alcanzaban un entendimiento que le pusiera fin a la guerra.
Pues bien: resulta que una serie de organizaciones femeninas de Kenia ha tomado el ejemplo de Lisístrata, y ha convocado a un boicot sexual en tanto los legisladores de ese país no dejen sus rencillas y disputas, y se pongan a trabajar en armonía y en beneficio de todos los kenianos.
Kenia es un país que, como la mayoría de los de ese continente, podría hallarse mucho mejor de lo que está. Su pobreza y atraso tienen varias causas, pero las pugnas ideológicas (generalmente según líneas étnicas) y lo primitivo de su clase política no promueven mucho que digamos el desarrollo. Tampoco ayuda el que Kenia tenga uno de los índices de fertilidad más altos del mundo: una mujer keniana tiene más de cinco hijos en promedio.
El caso es que, como en México, los legisladores ven la tormenta y no se hincan: en lugar de gobernar para sacar adelante al país, se la pasan peleándose por tontería y media, son de una mediocridad proverbial, y tienen más en cuenta sus prebendas y privilegios que el bien común. Sí, nos suena muy conocido.
Como era de esperarse, el llamado al boicot ha sido mal recibido por los machitos kenianos, que allá como acá están acostumbrados a que su palabra sea la ley, y que la mujer calle y obedezca. Además, ¿por qué ha de sufrir el ciudadano de la calle por lo que hacen los brutos de los políticos?
Quién sabe qué tan bien funcione el mentado boicot. Y quién sabe cuánta presión le pongan los ganosos a sus representantes para que cambien sus conductas. Habría que ver qué tanto éxito tienen estas Lisístratas del Siglo XXI