Lo único bueno fue que Santos no cayó ante Tigres

Hugo J. Castro Mesta

El partido de ayer entre Santos y Tigres era especial, volver a ver a Guzmán en el pasto del Corona, así como al "Homie" Castillo y al "Tano" Ortiz, pero enfundados de un color amarillo chillante, casi mostaza.

Los saludos entre jugadores albiverdes y el cuerpo técnico felino, pero excepto Vuoso va con el "Travieso". Pero después del silbatazo todo quedó atrás. Si bien cada vez que viene Itamar al Corona hace de las suyas, esta vez no fue la excepción. Gol al ángulo tempranero que dejaba muchas dudas de nueva cuenta en la defensa santista. Un momento complicado para Uriel que tiene que aprender.

Santos no encuentra en esta formación con el buen futbol, y cuando apenas daban señales de vida los Guerreros, el Homie tomó un rebote que incrustó en la cabaña de Oswaldo y una celebración que queda como la separación del méxico-estadounidense con la afición lagunera, "hasta nunca".

Pero tenía que aparecer la magia de Ludueña, que con sendos goles le empezaron a marcar la bienvenida a los ex santistas.

Daniel se empieza a desesperar por la marcación de sus jugadores, se mete con la afición que nunca le aplaudió a pesar de sus logros con los laguneros.

El cambio de Bueno ayudó a que se asentara mejor el equipo y la porra de Tigres. Pero la gente no aguanta la parsimonia de Carlos Ochoa, que avanza a una velocidad más lenta que sus compañeros, y que parece no "rompérsela" como los demás. Aunque Bueno está convencido que Ochoa está destinado para algo.

Darwin abusa de su fantasía y casi saca un gran autopase, casi un penal y casi un susto para los felinos. El Homie está siendo exhibido. Estrada por fin le toma la medida a Itamar, que no lo puede pasar. El Guti le pone algo más que un par de corazones, la gente le agradece con el grito de "Guti, Guti".

Daniel aparece poco al borde de su banca. Darwin se pierde el gol del triunfo. Sale Ochoa en juego al que nunca entró.

La afición quiere levantar a su equipo, porque todos quieren disfrutar del triunfo. Pero al final todo quedó en un empate y el grito del público "¡fuera Bueno!, ¡fuera Bueno!".

Mientras que Daniel Guzmán se metió rápido a su vestidor y se quedó sin "voz", su asistente y el preparador físico se despidieron de buena manera, reconocidos por el público.