EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Lo veremos todo

GENARO LOZANO

NUEVA YORK.- Sin importar el país del que se hable, generalmente las personas que se dedican a la política dicen hacerlo porque "sienten un enorme amor por su país y muchas ganas por trabajar por el bienestar de la ciudadanía". Mentiras aparte, para ser político se requiere un ego enorme, una fuerte dosis de cinismo y una piel muy dura. Algunos dicen que los políticos son estrellas de cine frustradas, sobre todo porque en las democracias donde existen contrapesos al poder, hay una delgada línea entre la vida privada y la vida pública de un político.

Hay políticos que tienen una relación adictiva con los medios. En Italia el caso de Silvio Berlusconi, el millonario empresario televisivo que se convirtió en primer ministro, es hoy la punta del iceberg. Berlusconi gobierna Italia como si dirigiera la producción de "Lo veremos todo", el infame reality show de Niurka y Bobby. La vida privada de Berlusconi ha saltado al debate público y es motivo hoy de un viejo debate sobre el papel de los medios de comunicación y sobre los límites de la libertad de expresión.

Desde la primavera de 2007, el diario italiano La Repubblica y el semanario L→ espresso han publicado artículos en los que se pone al descubierto el gusto de Berlusconi por realizar fiestas amenizadas por grupos de jóvenes acompañantes. De acuerdo con esos periódicos, y con una nota publicada por el diario argentino El Clarín, Berlusconi también ha apoyado las carreras políticas de varias ex presentadoras de televisión así como de varias "jóvenes promesas".

Hoy Berlusconi ha demandado al grupo que publica los diarios que han puesto al descubierto su "vida privada". Los acusa de difamadores y pide un millón de euros como pago. Varios intelectuales y escritores como el portugués José Saramago, el israelí Amos Oz y el francés Bernard-Henri Levy lanzaron una campaña internacional de apoyo a la libertad de expresión y en contra de este intento de censura por parte del premier italiano.

Cuando una persona llega a la vida política firma un pacto implícito por el cual la esfera de su vida privada se verá reducida. Es el caso de Berlusconi en Italia o el del gobernador Mario Marín en Puebla, el del ex gobernador Eliot Spitzer de Nueva York o el de cualquier congresista estadounidense. Uno de los costos personales del político es el de someter su vida al escrutinio público más allá de sus responsabilidades como político.

Los medios de comunicación no hacen otra cosa más que cumplir con su trabajo. La regla de oro no escrita ha sido el que la vida del político es sujeta a todo escrutinio posible, pero la de su círculo familiar es respetada. En Estados Unidos, por ejemplo, las actividades privadas del presidente son cubiertas por los medios, pero se ha respetado la vida de las hijas de Obama. En el caso de Berlusconi, el que el primer ministro viole la ley y contrate a prostitutas para sus fiestas no es un asunto privado, sino público, así como también lo es el investigar cómo se costeó la fiesta de cumpleaños con más de ¡nueve mil invitados! del gobernador de Puebla en tiempos de crisis económica.

Italia, Berlusconi y su cruzada contra la libertad de expresión podría parecer lejana a México, pero lo cierto es que en las democracias electorales donde la sociedad está activa y los medios de comunicación realizan bien su labor, la vida privada de los políticos está sujeta a la rendición de cuentas.

Politólogo e Internacionalista

Comentarios:

Genarolozano@gmail.com

Www.twitter.com/genarolozano

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 462624

elsiglo.mx