Los enfrentamientos registrados sólo en un día, el pasado miércoles 18, muestran lo dramático y la gravedad de la lucha contra el narco. En Reynosa se vivieron escenas de combate durante varias horas entre elementos del Ejército y narcotraficantes, dejando 7 muertos y varios heridos. Una primaria fue convertida en zona de guerra, con el consecuente desalojo de niños y maestros. Automóviles rafagueados y casas brutalmente baleadas. En Ciudad Juárez, 12 muertos, entre ellos, el director operativo de la Secretaría de Seguridad Pública y sus dos escoltas. Dos muertos en la ciudad de Chihuahua; tres muertos en Torreón y en Gómez Palacio y uno en Lerdo. Un comandante de la Policía Ministerial de Tabasco fue ejecutado frente a su domicilio y en Guerrero fueron ejecutados tres adolescentes además de dos hombres.
A lo anterior se agrega el preocupante hecho de que en los últimos días decenas de individuos, "los tapados", presuntamente pagadas por el narcotráfico, han realizado bloqueos de avenidas y puentes internacionales para exigir el cese de los operativos militares argumentando que éstos comenten abusos y violan los derechos humanos. Los hechos se han registrado en Monterrey y en diversas ciudades de Tamaulipas y Veracruz.
Cada vez más voces claman paz y seguridad como la del presidente de la Canacintra de Torreón que pide el toque de queda para enfrentar la ola de violencia que se abate sobre la Comarca Lagunera. Otros señalan que se debería de promover un mando único de las policías y las aves de mal agüero insisten en que el presidente no ha hecho lo suficiente para acabar con la inseguridad.
Luego de las protestas para pedir la salida del Ejército de las calles, el presidente Felipe Calderón dijo que "el país encara enemigos que lo desafían y que envenenan a la juventud
Un informe de la ONU destaca que en México se duplicó el consumo de cocaína en 6 años y que la mayor parte de la heroína que se consume en Estados Unidos se fabrica ilícitamente en México y en Colombia. Reconoce el esfuerzo que hace el Gobierno mexicano al enfrentarse a una violencia sin precedente para combatir la delincuencia organizada y el narcotráfico.
El abandono nos alcanzó y nos ahoga. En 1950 la población de México era de unos 25 millones. 50 años después a esa cifra se habían añadido 75 millones de nuevos mexicanos, es decir, tres veces más de los que éramos.
Con sus 75 millones en el año 2000 México llegó a ser lal décima nación más poblada del planeta. Esos 75 millones de compatriotas fueron abandonados a su suerte. Su educación no fue atendida. Las recurrentes campañas de alfabetización vararon al ser cooptadas por la organización sindical más grande del continente, no para educar a la niñez o capacitar a la juventud, sino como burdo instrumento de maniobra electoral. El campo, dedicado a votar más que a producir, como lo admitiera un ex secretario de Agricultura, fue víctima vejada por lo que nunca alcanzó su capacidad. Creció la dependencia del exterior y el pueblo de México se alimenta actualmente de la importación masiva.
La fuerza nacional se disipó, sin acabar de madurar. En los 50 años que pasaron, la patria fue desmoronándose. No hubo manera de detener su curso. Pocos tuvieron el interés en entregarse al rescate, y los que lo hicieron no bastaron. El terrible proceso continuó hasta que un día los que habían abusado del poder a su placer quisieron que sus hijos evitasen su propia suerte y los mandaron al extranjero para aprender las lecciones de los desarrollados.
Los alumnos regresaron con las lecciones recibidas en los planteles y centros universitarios generalmente anglosajones. Se convencieron de las virtudes de la competitividad en los órdenes económicos y políticos. Vieron que el sistema mexicano era atrasado y aceptaron que había que desecharlo si queríamos ser "modernos". Conceptos que prevalecían en los Estados Unidos, pero que eran simplemente los crudos valores que habían propulsado el triunfo de la economía sobre la sociedad; el de la ambición y el consumo sobre el equilibrio y la sensatez.
La sustitución de los valores se hizo desde lo alto; su aprobación se realizó con la connivencia parlamentaria. Con el nuevo parámetro se abandonó el curso de la meta aún incumplida de equilibrio social y la búsqueda de propósitos comunes con nuestros hermanos latinoamericanos. Emprendimos la ruta a que nos invitaban los que menos consonancia ideológica habían tenido con nosotros.
El saldo que se heredó está a la vista. El emblema que nos dejó el septenato priista se encuentra vivo en el ambulantaje comercial que bloquea banquetas y el ambulantaje político que bloquea cruceros.
La guerra que hoy se libra contra el narcotráfico que ensangrienta al país acabará por vencer. Los 75 millones, ahora quizá 80, confiamos que así sea.