No se ha acabado la emergencia pero ya se les agotó el pudor. No ha desaparecido la influenza pero ya aparecieron las encuestas electorales. Puesta de lado la alarma, hora de cobrar las ganancias políticas. Han iniciado oficialmente las campañas políticas y entonces la salud de los mexicanos ya no es prioridad.
Sabedores de que la gente ya se cansó del encierro, el Gobierno Federal y el de la Ciudad de México se han enfrascado en una competencia sanitaria:
Marcelo Ebrard se inventó un semáforo de cuatro colores para delimitar los grados de emergencia por influenza A (H1N1) en la capital: no explicó de dónde salió, en qué se basa, con qué datos concretos se pasa de un color a otro.
Javier Lozano declaró que las medidas de prevención se basarán en las seis fases de la Organización Mundial de la Salud, cuando el propio Gobierno Federal había dicho (y con verdad) que esas fases no tenían que ver tanto con México como con la situación de la expansión de la epidemia en el mundo.
Se sabía que anoche, el secretario de Salud Federal iba a anunciar los pasos para ir regresando a la normalidad a partir del miércoles, así que desde la mañana Ebrard levantó la alarma en medio del forzado asueto, con un tercio de los habitantes de la capital vacacionando en otras partes del país.
El Gobierno Federal, que ha dicho que la epidemia va a rebrotar, que ha pedido encarecidamente no bajar la guardia para que no se desate la influenza de nuevo, ve esto y en la tarde de ayer se pone aún más flexible que el Gobierno de la Ciudad con estadios, restaurantes, cines, teatros.
Ante este pleito de política sutil, ¿qué ley gobierna? ¿La de Córdova o la de Marcelo? ¿Qué medidas son las adecuadas para preservar vidas? ¿Le creemos a la OMS que dice que el peligro apenas comienza o a los gobiernos mexicanos que compiten por darle la vuelta a la página?
Las encuestas que se han hecho a partir de la epidemia marcan que la ciudadanía ha evaluado muy bien a sus autoridades, del partido que vengan. El domingo iniciaron las campañas, y a éstas ya les urge que esta evaluación se traduzca en puntos porcentuales.
Así que actúan como si el peligro ya se hubiera ido, como si no supieran todos los expertos que inequívocamente el virus volverá a brotar a lo grande, como si el mundo entero no tuviera a México como foco rojo. Aquí ya se acabó el 23 de abril y empezó el 5 de julio.