Durango

'Los infiltrados codo a codo con los héroes

No olvidan que todos los días se exponen al peligro y que se juegan la vida por los demás.

Simulacro. La preparación también implica utilizar todos los vehículos de los que dispone la corporación.

Simulacro. La preparación también implica utilizar todos los vehículos de los que dispone la corporación.

Juan M. Cárdenas

¿Cuántos de nosotros no deseamo ser bomberos cuando éramos niños?

En esta ocasión el pantalón fue negro y la camisa roja, y nos “infiltramos” en la estación de El Mercadito a las órdenes del subcomandante Manuel Reyes Hinojosa, para compartir codo a codo una jornada de trabajo con los héroes de todos los días, con aquellos que se juegan la vida por protegernos y atender todo tipo de servicios, con los que sirven sin esperar nada a cambio: los bomberos.

llegando... y a trabajar

La jornada comenzó a las 9:00 horas. Los reporteros de El Siglo de Durango fuimos recibidos por siete elementos de Protección Civil que se encontraban de turno; al mando, Manuel Reyes, bombero con más de 20 años de experiencia y a quien le ha tocado vivir los peores y mejores tiempos de la corporación.

No hubo tiempo de protocolos ni de relajación; media hora después de llegar se recibió el reporte del derrumbe de una barda en una casa de la calle Costa, cerca de la estación. Dos unidades salieron a cubrir el servicio.

Joel Rocha Ávila, de 20 años de edad, se encontraba realizando trabajos en el domicilio donde solicitaron el servicio; su labor era la de escarbar bajo una barda de cuatro por cuatro metros para reforzar los cimientos, sólo que el muro era de adobe y hubo un momento en que quedó sin soporte y cedió.

La barda se desplazó hacia abajo pero no se derrumbó, quedó “sentada” sobre el suelo verticalmente pero en ese movimiento dejó atrapados los dos pies de Joel; como pudo, el joven zafó el derecho pero no pudo hacer lo mismo con el izquierdo.

Tras analizar la situación rápidamente, los elementos de Protección Civil optaron por excavar con barras en la parte que Joel tenía su pie “prensado”; la liberación tenía que ser rápida pues la víctima comenzaba a perder la sensibilidad de la extremidad.

Y así fue, poco después Joel ya era atendido por los paramédicos de la Cruz Roja quienes le detectaron un fractura en el pie derecho, nada grave, por fortuna.

cambian los tiempos

El regreso a la estación de El Mercadito fue más relajado. Hubo tiempo para que se nos explicara que dependiendo del tipo de llamado de emergencia que se reciba, es la unidad móvil que saldrá a atenderlo. Hay dos de reacción inmediata y dos pipas.

La más completa es la unidad 05 pues es la que cuenta con el equipo del Escuadrón de Buzos, planta de luz, dos botiquines, las “quijadas de la vida”, colchón hemático, camilla, férulas, herramientas de excavación, equipo de rappel para rescate vertical, arneses y cuerdas de hasta 50 metros de largo.

“Ha sido un cambio total. A lo mejor no lo tenemos todo, pero trabajamos bien y tenemos buen equipo para hacer nuestro trabajo”, afirmó Reyes Hinojosa.

El ahora subcomandante de la Dirección Municipal de Protección Civil narró para El Siglo de Durango que él ingresó a las filas de la corporación cuando tenía 18 años de edad, pero que de plano decidió salirse por la precaria situación en la que realizaban su trabajo.

Diez años después regresó a prestar sus servicios, aunque fue bajo las mismas condiciones raquíticas. “Estuvimos un año sin máquinas extinguidoras, pero aun así siempre hacíamos nuestro trabajo como podíamos. Un día, en 1985, se incendió un jacal en la colonia Linda Vista, que apenas se estaba formando; la misma gente como que me empujó para que me metiera, a pesar de que ya estaba todo envuelto en llamas, porque supuestamente había dos viejitos ahí adentro y que estaban atrapados”.

“Pues total que me metí porque olía ya a carne quemada; de pronto quedé en medio del jacal, pero no encontré a los viejitos y en una de esas que volteo y veo un tanque de gas ya todo inflado. Apenas iba a correr cuando explotó el cilindro. Me aventó contra una pared y perdí el conocimiento; cuando desperté vi las lámparas del hospital. Estuve un año incapacitado con quemaduras en las pantorrillas, los glúteos y las manos”.

Arriesgó su vida, pero dentro sólo había una veintena de gatos que murieron calcinados.

Piden por regresar con bien a casa

La plática terminó junto con la hora de comida; en ese momento llegó el reporte de una volcadura en la colonia Niños Héroes. La unidad 05 partió a atender el servicio; sin embargo, la sirena ya no impone el mismo respeto a los automovilistas quienes lentamente y a base de insistencia despejan el camino para permitir el paso del vehículo de emergencia.

El accidente fue leve y no hubo lesionados.

Cerca de las 18:00 horas aparece una nueva solicitud de los servicios de Protección Civil; ambos son por la presencia de panales de abejas en zonas habitacionales. En esta ocasión sale una pipa con capacidad de almacenar mil litros de agua, la cual se combina con jabón para atacar a los insectos.

Labor sencilla para quienes están acostumbrados a ver la muerte de cerca todos los días.

En la parte baja de la estación se encuentra el estacionamiento de las unidades, comedor, cocina, el área de control y a un costado de ésta, un pequeño recinto con un altar dedicado a la Virgen de Gadalupe, a quien se encomiendan todos los elementos al entrar para pedirle protección durante su servicio, y salir de su turno para agradecerle por la ayuda.

El 19 de marzo de 2005 la estación de El Mercadito vivió uno de sus momentos más tristes, cuando un bombero de apellido Zamora falleció en el cumplimiento de un servicio; esto sucedió mientras manejaba la pipa que se trasladaba a la colonia El Saltito, pero al llegar a un desnivel del camino y por la velocidad a la que manejaba, el vehículo saltó junto con sus tripulantes. Al caer, Zamora golpeó su pecho contra el volante con todo su peso. Murió en pocos minutos.

acostumbrados, pero no insensibles

El riesgo de accidentarse es latente en todo momento. La jornada requiere nuevamente de un servicio de Protección Civil. A las 21:55 horas es atropellado un niño en una de las calles de la colonia La Virgen. En el flujo vial del bulevar Armando del Castillo las unidades pasan para atender la emergencia, pero una camioneta particular se atraviesa y por centímetros no se produce una colisión a 90 kilómetros por hora, que hubiera sido letal.

Al llegar al punto del atropellamiento, los paramédicos ya atendían al infante de sólo tres años de edad. Su llanto se escucha hasta afuera de la ambulancia a pesar de que, por fortuna, sólo resultó con raspones y golpes en diferentes partes del cuerpo; pudo ser peor. Lo arrolló una motoneta manejada por un adolescente, quien afirma que el niño se le atravesó repentinamente.

Ante la mirada de decenas de fisgones y “metiches”, nos retiramos.

“De alguna forma nos acostumbramos a ver la muerte, pero no dejamos de sentir tristeza, sobre todo cuando hay niños involucrados”, comentó Reyes Hinojosa.

Rememoró un incendio suscitado el año pasado en el poblado Chupaderos cuando se quemó una casa y tres niños se quedaron atrapados dentro; una vez sofocado el fuego los bomberos no encontraban los cuerpos. Dos estaban en el baño, abrazados, pero totalmente carbonizados.

Durante la media noche y la madrugada todo transcurre sin novedad, pero no siempre es así; los bomberos tienen que estar en preparación y capacitación constante para estar a la par de las exigencias que cotidianamente enfrentan, aunque pocas veces reciben el reconocimiento que merecen.

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