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Los lapsus linguae

GILBERTO SERNA

Claro que sabía de qué estaba hablando, saliendo airosa del trance reconociendo su traspié al exclamar, a manera de apoyo: Dios Mío, finalizando por decir la palabra completa epidemiólogo, sin mayores comentarios, excepto el esbozo de una sonrisita originada quizá por el nerviosismo que bien que supo disimular. En la farándula ese gesto es producto de una seguridad de quien sabe que "tiene con qué". Lo que no está bien, a los ojos del gran público, es lo de liderazgo vitalicio, que ejerce desde 1989 al frente del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación, cargo gremial, este último, asumido en el sexenio del presidente Carlos Salinas de Gortari. Desde entonces se ha mantenido en reelección una y otra vez hasta que se dio cuenta de que podía quedarse a perpetuidad al enterarse que el sistema político imperante la necesita, quizá tanto como ella a los que manejan el tinglado en ese renglón. Los políticos porque la necesitan como el dueño de una hacienda al pastor que dirige con tino un rebaño, a cuyo alrededor pululan los lobos. A su vez hay una simbiosis en que el poder público cobija a quien dirige un sindicato, volviéndose dependiente el sindicato del Gobierno y viceversa.

Los que antecedieron a la Profesora, uno fue Manuel Sánchez Vite que además de líder magisterial, fue gobernador del Estado de Hidalgo y dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional. Tuvo complicaciones de carácter político por lo que regresó a terminar su período en el Ejecutivo estatal. El ocaso de su liderazgo vino con el ascenso de Luis Echeverría Álvarez. El otro sería el potosino Carlos Jongitud Barrios al que se la tenía sentenciada Carlos Salinas de Gortari. En ambos casos obsérvese que fue el poder en manos de los presidentes quienes les quitaron sus prebendas, entrando Elba Esther con el cargo de Secretaria General del sindicato magisterial; eso ocurrió en 1989. Luego ocuparía el puesto de secretaria del PRI nacional, en el que figuraba como presidente Roberto Madrazo, con el que tuvo roces que al parecer igual la llevaría a chocar con Carlos Salinas de Gortari. Rompió con los dos poderosos priistas, diciendo a quien pudo escucharla, que no le importaba que pendiera sobre su cabeza una amenaza de muerte. Una estrella rutilante la lleva a que en 2007 se le confiara un período indefinido en el cargo dentro del sindicato, dándole los trabajadores de la enseñanza un voto de confianza para que designase a los secretarios seccionales. En ese espacio, algunos medios aseguran que fue a hurtadillas, no tuvo inconveniente para adjudicarse a sí misma la presidencia vitalicia del SNTE.

Los priistas no olvidan que le dio la espalda a su candidato a la Presidencia de la República. Tampoco la perdonan haber patrocinado un nuevo partido político, el llamado Partido Nueva Alianza. Pero ella tranquila, sabiendo lo que son sus alas, pues fue la estructura del sindicato de maestros la que, se dice, llevó al triunfo a Felipe Calderón. Lo que no hay duda es de que la Profesora, junto a los maestros, ocupa un sector estratégico en el juego político nacional por su capacidad de estructura territorial en todo el país, de ahí su papel protagónico en la política nacional. Ante la declinación de los sectores obrero y campesino que han dejado de pesar en la política nacional, surgió el gremio de los docentes bajo la batuta de la Gordillo, que le ha servido a las mil maravillas a los dos últimos candidatos del PAN, que, gracias a su apoyo, llegaron a la Presidencia de la República. Ha acaparado tanta fuerza política que no sería extraño que pensara en alojarse en Palacio Nacional ¿por qué no? Sería la primera mujer en la historia de este país en arroparse el pecho con la banda presidencial. Un cierre sensacional a su exitosa carrera dentro de la política. En fin, todo se concreta a esperar cómo se vienen los acontecimientos. Es la única que cuenta con cuadros políticos que no va a desaprovechar.

He visto en videos a la maestra Elba Esther Gordillo Morales, dirigente de por vida del sindicato de maestros, haciendo malabarismos con las palabras al leer un discurso, equivocándose varias veces al pronunciar influencia en vez de influenza, y trastabillar en varias ocasiones con la palabra epidemiólogo, que apenas pudo farfullar sin lograr modularla del todo, diciendo en vez de ello: epimedi… epidimi …epimedio… Es comprensible que haya errado pues a cualquiera alguna vez se le “luenga la traba” lo cual es un tropiezo verbal carente de importancia. Demostraría, en tal caso, que o no está muy al tanto de las palabrejas o que no leyó previa y varias veces lo que alguien de su equipo le escribió. Es algo

muy natural que alguien redacte poniendo en papel lo que un político desea expresar a una asamblea. También es normal que las ideas sean confeccionadas por personas que conocen al dedillo lo que piensa acerca de determinado tema. El ser profesora no la salva a ella, ni a nadie, de que, en un momento dado, se produzca un imprevisto e indeseable lapsus linguae.

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