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Los mil y un milagros de la leche de camella

Convertido en un símbolo de Chinguitt (antiguo nombre de Mauritania), hay prácticamente un camello por cada habitante del país: tres millones de ciudadanos frente a más de dos millones de jorobas.

Convertido en un símbolo de Chinguitt (antiguo nombre de Mauritania), hay prácticamente un camello por cada habitante del país: tres millones de ciudadanos frente a más de dos millones de jorobas.

EFE

En un país donde la escasez es la norma, los mauritanos han sabido encontrar en la leche de las camellas una fuente inagotable de nutrición, estética y hasta un remedio contra la diabetes.

El apego de este pueblo del desierto por los animales jorobados se puede apreciar a primera vista en los numerosos rebaños que jalonan las salidas de la capital, Nuakchot, hacia todos los puntos del país.

Al caer la noche, sus habitantes se acercan a esos lugares para beberse directamente la leche recién ordeñada o bien para conservarla y llevarla a sus casas, donde preparan el "zrig", un preparado de leche, agua y azúcar servido en una calabaza.

Convertido en un símbolo de Chinguitt (antiguo nombre de Mauritania), hay prácticamente un camello por cada habitante del país: tres millones de ciudadanos frente a más de dos millones de jorobas.

Por eso, el aprovechamiento de su leche se ha convertido en un elemento clave de la dieta mauritana, a la que aporta una riqueza excepcional en vitamina C, tres veces mayor que la leche de vaca, y un nivel de grasas mucho menor.

Su éxito se ha fraguado especialmente entre la clase media y la burguesía mauritana, cuyas mujeres aprecian las bondades de esta leche frente a las enfermedades cardiovasculares, muy comunes en este país por el consumo abusivo de grasas.

"Necesito la leche de camella cada noche para ayudarme a digerir los alimentos grasos que consumo durante el día", explica a Efe Nevisa Mint Sidi, una joven al volante de un Mercedes que ha acudido hasta un rebaño de estos animales para conseguir el producto.

Sidi ha acordado con el pastor que éste reservará diez litros cada noche para ella, quien se encargará de recoger la bebida a diario o bien enviará a su chófer.

El precio del litro varía entre las 300 uguiyas (0,8 euros el litro) durante la estación de lluvias, cuando el pasto es abundante, y las 700 uguiyas (1,8 euros) en la estación seca, cuando alimentar al ganado se vuelve mucho más costoso y complicado.

Una sola camella, que cuesta hasta 400.000 uguiyas (algo más de 1.000 euros), puede llegar a proporcionar cinco litros de leche si está bien alimentada y ha conseguido pacer con regularidad.

Las bondades de este producto van más allá de sus cualidades nutricionales y alcanzan a la estética, ya que algunas mujeres lo utilizan para dar a su tez una mayor blancura.

"La leche de camella nos permite mantener un buen tipo y una blancura espléndida", señala Mint Sidi.

Abderrahmán Uld Ely, un hombre en la cincuentena, se muestra algo más prosaico sobre sus razones para consumirla: "Estoy formalmente a régimen de leche de camella, que me ha ordenado el médico que me trata de la diabetes".

Los rebaños de camellos, que pastan lo que a duras penas consiguen entre dunas a las afueras de Nuakchot, son propiedad generalmente de altos funcionarios del Estado, mientras que su cuidado queda a cargo de pastores que, en algunas ocasiones, consiguen crear su propio negocio.

"Incluso cuando no encuentran nada para comer, les es muy beneficioso el desplazamiento, el ejercicio, más que quedarse quietos en algún lugar que además esté lleno de excrementos", explica el pastor Habib Uld Diah.

Diah tiene esperanzas de llegar a tener sus propias camellas y montar su proyecto, a semejanza de otros compañeros que han logrado amasar verdaderas fortunas.

Recientemente, algunas empresas han comenzado a comprar esta leche para pasteurizarla y transformarla en nata, una iniciativa pionera en todo el mundo, que redunda en el aprovechamiento económico del alimento.

Ya sea para alimentarse, para cuidarse, para embellecerse o para enriquecerse, en Mauritania la leche de las camellas es un manantial inagotable de recursos para un país obligado a aprovecharlos.

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