Los Reyes Magos de Oriente llegan hoy a los hogares en la noche más mágica del año para los niños, que esperan ansiosos, con nervios y con la mayor de las ilusiones los regalos que han pedido por carta a Melchor, Gaspar y Baltasar.
Los más pequeños esperan con ilusión la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar
Los Reyes Magos de Oriente llegan hoy a los hogares en la noche más mágica del año para los niños, que esperan ansiosos, con nervios y con la mayor de las ilusiones los regalos que han pedido por carta a Melchor, Gaspar y Baltasar.
Los más pequeños dejarán esta noche bien limpios sus zapatos, junto a los que los Reyes depositarán los regalos, así como comida -normalmente dulces- y una copa de licor para sus Majestades y agua para los camellos en los que han viajado desde tierras muy lejanas.
Los más pequeños, que cada 5 de enero se van a la cama cargados de ilusión y de nervios, unos con la intención de tratar de ver la cara de los Magos, otros por temor a recibir carbón -el castigo por portarse mal- y una mayoría pensando en los regalos que le traerán.
Ante la llegada de los Reyes Magos, el Monumento a la Revolución se convierte en el espacio ideal para el nacimiento de miles de ilusiones infantiles. “Mira, ahí están los Reyes”, grita una pequeña de rostro ovalado y largas pestañas, ante los tres hombres llegados de oriente que la saludan desde lo alto de sus animales de mentiras.
Entre puestos de comida y juegos mecánicos, se alzan los escenarios de cuento, en los que Melchor, Gaspar y Baltazar aguardan a todo aquel que quiera retratarse con ellos, los personajes más aclamados en estas fechas. El costo de este deseo va de los 50 hasta los 100 pesos, según el tamaño de la foto.
Alrededor de los castillos de ficción, un griterío de vendedores cala en los oídos de los asistentes a esta fiesta popular. Volutas de humo azucarado se escapan de las manos de los algodoneros que preparan esta golosina. Algunos brazos ávidos se alzan y los atrapan para después llevárselos a la boca.
Los juegos mecánicos hacen estallar las voces de quienes tuvieron la valentía suficiente para subirse. “No quiero, me da miedo”, explica una temerosa chica a su novio. Él la abraza y deciden alejarse del tumulto.
El olor del pozole y los pambazos se esparce en los alrededores. Coronas de cartón cubiertas de diamantina adornan las cabezas de chiquillas y de jovencitas. Las más aventadas, hasta se animan a maquillarse el rostro. Se transforman en mariposas, conejos y tigres. Globos de colores inundan la noche. Su costo es de 10 pesos.
Avanzar entre la marea de gente resulta un triunfo. Largas filas de cuerpos van y vienen; algunos ni siquiera saben a donde se dirigen. Otros buscan algún hueco para descansar un rato.
Desde que tenía ocho años, Rubí Avilés asiste sin falta a la verbena que se realiza en el Monumento a la Revolución.
“Cada año venimos. Ya es toda una tradición tomarnos la foto con los Reyes”, afirma la joven de 25 años.
A pesar de que este año “los reyes van a venir limitados, pues no hay mucho dinero”, Rubí prefiere divertirse y olvidarse de cuestiones monetarias.
Para Luis Ángel Tolentino el ambiente es excelente, a pesar de los gritos y los empujones.