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Los patos y las escopetas

Gilberto Serna

De que las pueden, las pueden, de eso no se tiene la menor duda. Los medios electrónicos ponen a temblar al más plantado. Se saben poderosos. Las televisoras están respondiendo con acrimonia a las disposiciones de la nueva ley electoral. Testarudas demuestran su malestar al no estar conformes con que las contrataciones de tiempos publicitarios queden en manos del Instituto Federal Electoral. Es por eso que en una típica forma de rebeldía cumplen, pero no cumplen con dar a conocer los promocionales que emanan del IFE. Lo hacen, como Franck Sinatra: a su manera. Está enterado de que no habrá quien les haga frente. Se dan el lujo de agregarle una cortinilla a los spots en que, con suma inocencia y candor, ponen al público en conocimiento de que no son las televisoras las que caprichosamente interrumpen las transmisiones habituales de gran rating o sea de mayor audiencia de televidentes, sino que lo hacen porque así lo ordena la autoridad.

Eso encrespó a los que figuran como funcionarios en el IFE, quienes pusieron el grito en el cielo, manifestando a quien quiso oírlos que los dueños de esos medios tratan de soliviantar a la ciudadanía para que reniegue con hostilidad en contra de quien impide que su programa favorito llegue a los hogares mexicanos sin que tenga que esperar tres minutos para enterarse de si el papá de la muchacha cumple su amenaza de disparar su carabina contra Juan Pablo (Andrés Palacios) y David (Kotan) que le cantan su amor a Antonia (Fernanda Romero), remedando jocosa serenata, de los ídolos del celuloide Pedro Infante y Jorge Negrete; o ver cómo los acereros de Pittsburgh por conducto del receptor Santonio Holmes, (así lo bautizaron) anotan el touch down del gane. Hasta ese grado de penuria cultural hemos llegado, porque la verdad es que lo que se diga o no en los spots, no hacen mella en la gran masa, que está más preocupada por la crisis económica que por la propuesta de las autoridades electorales.

Quizá donde está el quid del asunto es que en un pretendido afán de lavarse las manos, las televisoras cada vez que van a iniciar la transmisión de los mensajes políticos, advierten que lo hacen lamentándose de tener que hacerlo. ¿Por qué de ese lamento? ¿Cuál es el caso de mostrar aflicción? ¿Qué es lo que les infunde horror o tristeza? Llegado el caso el público está enterado, sin necesidad de que se lo subrayen, que se trata de publicidad política. ¿Que se les obliga como parte de un acuerdo a poner en la pantalla los spots? No es algo que se ignore. Es parte del privilegio de hacer negocio que les reditúa amplias ganancias, de otra forma si no hubiera una ventaja económica hace tiempo que le hubieran dado la espalda al mercadeo publicitario. El problema no es que tengan que ceder al IFE, tres minutos de cada hora de transmisión, sino, cómo lo hacen. Dando ese tiempo en un solo bloque provocando que el televidente se vea chasqueado por cuanto a la continuidad en el disfrute de los bodrios que suelen lanzar al aire los dueños de medios electrónicos.

Las televisoras se han mostrado renuentes a hacerles el caldo gordo a los partidos políticos, pero su decisión de ofrecer al público la transmisión de los promocionales estorbando la proyección normal, cuando los televidentes están viendo su programa favorito y no en los intermedios o bloques comerciales, denuncia el IFE, es técnica exclusiva que deben corregir las televisoras, mostrándose las autoridades pusilánimes y temerosas. No se había visto cosa igual con anterioridad a estos acontecimientos, donde podemos decir como los clásicos que los patos les tiren a las escopetas.

La televisión trabaja a base de concesiones, que el Estado puede revocar, pero para lo cual se necesita que haya un motivo fundado. Hasta ahora las televisoras han estado cumpliendo otorgando el tiempo comprometido. Lo que sucede no tiene antecedente por lo que habría que desentrañar qué es lo que realmente inspira este diferendo. Lo que se alcanza a avizorar es que los dueños no les atemoriza que las autoridades puedan o quieran tomar represalias legales. Saben que el día de mañana las personas que están al frente de las oficinas electorales tarde o temprano se tendrán que ir, en tanto que ellos permanecerán en sus escritorios apretando tuercas.

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