Una tarea nada fácil le espera al futuro alcalde de Torreón. Si sus aspiraciones son verdaderamente honestas, los candidatos con mayores probabilidades de ganar deben estar muy preocupados por los graves problemas con los que les tocaría lidiar a partir del primero de enero de 2010 en caso de ganar las elecciones del próximo 18 de octubre. Su preocupación tendría que ser tanta o aún mayor a la de los torreonenses, quienes día a día, en la calle, afuera de sus casas y cerca de sus centros laborales, sufren las consecuencias de vivir en un entorno urbano cada vez más deteriorado.
La semana pasada, El Siglo de Torreón publicó una encuesta en la que se ven reflejadas las principales inquietudes de la ciudadanía. Como era de esperarse, el primer lugar lo ocupa la inseguridad pública, con el 66 por ciento de las menciones de los entrevistados. Esta respuesta no es de extrañar si tomamos en cuenta la espiral de violencia en la que se encuentra sumida la región desde hace por lo menos tres años. Aunque en gran medida esa violencia es causada por el crimen organizado, cuyos delitos son primordialmente del fuero federal, y en el marco de la lucha contra el "narco" que libra el Gobierno de la República en todo el país, no se puede negar que la delincuencia común en Torreón ha registrado incrementos sin precedentes. Los homicidios y secuestros, y los robos y asaltos de alto impacto, que antes ocurrían de manera no tan frecuente, hoy son parte de la cotidianidad de los pobladores de esta ciudad, a tal grado que cada vez es más extraño encontrar a una familia que no tenga al menos un miembro que haya sido víctima de un delito.
Frente a esta situación, las autoridades locales no han logrado articular un plan de acción eficiente. El papel de la Policía Municipal, aquélla de la que se decía que iba a ser la mejor del norte del país, ha sido reducido a niveles de escarnio: los criminales no temen a los agentes, la ciudadanía no confía en ellos y nadie los respeta. Formar un cuerpo policiaco capaz, bien entrenado y equipado, con las herramientas suficientes para hacer frente a la delincuencia, es el principal reto para el próximo presidente municipal.
En el segundo lugar de la lista de problemas de la ciudad la encuesta referida colocó al desempleo, con el 20 por ciento de las respuestas de los entrevistados, lo cual tampoco sorprende. La crisis económica por la que atraviesa el país, motivada por la recesión en los Estados Unidos y la debacle financiera mundial, se ha visto agudizada en La Laguna de Coahuila, no sólo por la incapacidad de las autoridades locales y estatales para atraer nuevas inversiones, sino también por la imposibilidad de mantener las fuentes de trabajo existentes. Tan sólo en la primera mitad de este año la región perdió siete mil empleos por el cierre de 216 empresas. El Centro de Torreón luce más vacío que nunca, con 250 locales abandonados, y la economía local muestra una parálisis de al menos tres años. Fortalecer el área de Fomento Económico para armar estrategias coherentes y efectivas en coordinación con el Gobierno Estatal que ayuden a detener la caída del empleo y a explotar las ventajas del municipio, es otro de los desafíos que tendrá que afrontar el próximo alcalde.
Los problemas con los servicios públicos se ubicaron en el tercer sitio de las preocupaciones ciudadanas según los resultados de la encuesta, con el 8 por ciento de las menciones. Las fallas en el alumbrado público y el deterioro de las vialidades fueron los principales reclamos. Basta con recorrer las calles de la ciudad de noche para entender la respuesta de los entrevistados. No sólo una gran parte de las luminarias de la red pública de Torreón está apagada y amplios sectores a oscuras, sino que además el departamento correspondiente tiene hoy serios problemas económicos para poder atender las miles de quejas que semana a semana llegan al servicio telefónico 073.
Por otra parte, el desgaste del pavimento es tal que transitar por importantes calzadas y avenidas se ha vuelto difícil y peligroso. La mala calidad del asfalto utilizado para recarpetear y la deficiente labor de compactación de los empleados del Simas luego de reparar una tubería de agua potable o drenaje han propiciado la proliferación de baches y zanjas por toda la ciudad. Hacer más eficiente la supervisión de los servicios públicos y mejorar la capacidad de respuesta a las quejas ciudadanas, será también un reto mayúsculo para la persona que llegue a ocupar en enero el despacho del palacio gris de la avenida Matamoros.
Si a todo lo anterior sumamos que la actual Administración dejará un Ayuntamiento endeudado e inmerso en una severa crisis financiera, podemos adelantar un difícil arranque de cuatrienio para 2010. Quienes hoy aspiran a dirigir a Torreón deben ser conscientes de lo que les espera en caso de ganar, y del nivel de exigencia que seguramente mostrará una ciudadanía que está cansada de vivir en medio de la incertidumbre y el temor. Prudencia, honestidad, voluntad e inteligencia es lo mínimo que debemos esperar del próximo presidente municipal.