Amigos, buen día:
Dice el dicho que la victoria puede ser muy mala consejera. Luego de su arrollador triunfo del domingo pasado, el Partido Revolucionario Institucional tiene que cuidarse mucho de que el éxito no se le suba a la cabeza.
Claro que en estos momentos se sienten en las nubes, y con razón: luego de la bocabajeada que les puso el electorado en 2006 ahora vuelven por sus fueros. Se han convertido, contando las curules de su aliado el Partido Verde Oportunista de México, en la principal fuerza política del Poder Legislativo.
Pero cuidado: ese triunfo no necesariamente significa que el viejo dinosaurio ha resucitado con toda su fuerza, como bicho clonado en alguna isla de Costa Rica. El tricolor haría muy mal en sacar las conclusiones equivocadas, y peor todavía en desperdiciar la oportunidad que le ha entregado una ciudadanía frustrada y desmemoriada.
En primer lugar, está la lección de hace tres años: de nada sirve tener buenos números en la elección intermedia si luego se postula a la Presidencia de la República a un personaje impresentable como Roberto Madrazo
En segundo lugar, el PRI ahora tiene una responsabilidad mayúscula. Por primera vez, desde 1997, tiene la mayoría en la Cámara de Diputados, de manera tal que puede sacar adelante la legislación sin grandes estorbos. Ahora el PRI tendrá que dejar su cómoda postura de simple oposición, y presentarle a la nación un proyecto que defina qué quiere para México, ahora que tiene las riendas en la mano. Era muy fácil criticar y estorbar cuando no se tenía la responsabilidad de que las cosas funcionaran. A ver qué hacen ahora que el electorado les dio ese poder.
En tercer lugar, el PRI debe dejar atrás los agravios y pendencias azuzadas por el ya renunciado Germán Martínez, y sentarse a sacar adelante iniciativas conjuntas con el PAN. Si el PRI pretende regresar a Palacio Nacional, no le conviene hacerlo en un país despedazado por la parálisis y el estancamiento. La pregunta es si el PRI está dispuesto a buscar la Presidencia de un México ingobernable y fracasado. Si la apuesta es minar la debilitada presidencia de Calderón, los principales afectados seríamos los mexicanos de a pie
Así pues, el PRI tiene una oportunidad histórica. ¿Tendrá los tamaños para aprovecharla? ¿O se dejará llevar por sus jurásicos instintos? La verdad, yo no me hago muchas ilusiones. La clase política de este país, en su inmensa ineptitud y mezquindad, sea de izquierda, de centro o de derecha, es excelente para echar por la borda oportunidades de oro. Ya lo hemos visto demasiadas veces. Ojalá me equivoque.
Este, amigos, este es nuestro país. Que tengan un buen día.