La liquidación de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro decretada por el presidente Felipe Calderón es un acto de valentía y patriotismo, que amerita el apoyo de todos los mexicanos.
La paraestatal ha ejercido un monopolio encargado de proveer de energía eléctrica a la Ciudad de México y al Centro del país, con un grado de ineficiencia que genera un pasivo de treinta veces el valor de sus activos, en tanto que sus pérdidas anuales cuestan al erario público el doble del presupuesto de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Lo anterior ocurre porque la entidad operaba bajo el yugo de un sindicato improductivo y parásito que sobrevive como parte de los escombros del viejo régimen priista de partido de Estado, que en la actualidad mantienen como rehén al sistema político y al pueblo mexicano, y que junto al grueso de la Oposición se encuentran empeñados en no dejar gobernar al presidente y en impedir que nuestra democracia funcione, con el deliberado propósito de hacerse del poder político total.
En medio de la crisis económica internacional que flagela a nuestro país, es obligado buscar en los sectores público y privado alternativas de eficiencia operativa y ahorro que nos permitan salir adelante y por ello reviste particular importancia este duro golpe al viejo sindicalismo corporativo, a fin de que los Romero Deschamps, los Gómez Urrutia y las Gordillo, pongan sus barbas a remojar.
En el escenario de una frágil democracia en la que cohabitan diversos partidos en los distintos niveles de gobierno, desde el inicio de su sexenio el presidente Calderón ha dado muestras de apertura convocando en forma reiterada a la Oposición a realizar las reformas profundas que el país requiere, ya en materia energética, laboral, fiscal, etcétera.
Sin embargo el insistente llamado presidencial ha sido despreciado por la Oposición y otros factores de poder que se afianzan en sus cotos de influencia con miras a la satisfacción de sus apetitos particulares, en detrimento del interés general del país.
A mes y medio de instalada la actual Cámara de Diputados que se integra de una mayoría priista, con más claridad que nunca se advierte la parálisis legislativa que se caracteriza por la falta de propuestas de una Oposición dedicada exclusivamente a buscar el poder por el poder y acorralar al pueblo, sin aportar elemento alguno de solución a los graves problemas nacionales.
La Oposición explota la crisis económica para ganar elecciones apostando a que al Presidente y a todos nos vaya mal agravando los problemas que existen, para desgastar al Gobierno en turno y recuperar el poder.
En la especie la alianza PRI-PRD opera como pinza. La tenaza de izquierda con AMLO a la cabeza ha tomado partido en contra de la liquidación de la Compañía de Luz y Fuerza, en tanto que la derecha representada por Manlio Fabio Beltrones, declara con indiferencia que "la liquidación tenía que ocurrir..."
Aún arrinconado el presidente por quienes lo acosan como perros rabiosos, aprovecha el poco espacio de maniobra que las circunstancias le ofrecen para dejar constancia de que su tránsito por la historia no pasará desapercibido y hace lo que tiene que hacer en materia de seguridad, en el tema económico y en cuanto a la oportunidad que ofrece la liquidación en comento, saneando las estructuras públicas podridas heredadas del viejo régimen.
Es cierto que la medida cuyo comentario nos ocupa no es ni con mucho suficiente para resolver la problemática nacional sin embargo, es una prueba irrefutable de la buena disposición del presidente Calderón para acometer soluciones acertadas y profundas, a despecho de sus adversarios que nadan de muertito, con la mira puesta en mantener y acrecentar sus privilegios.
Apoyemos a Felipe Calderón, porque si algo nos enseña la situación actual es que el liderazgo del Gobierno ya no puede depender de una sola institución o persona como ocurría en los tiempos en que el presidente de la República ejercía un poder omnímodo, en base a una estructura de complicidades que hoy día resulta políticamente inviable y económicamente insostenible.
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