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Margarita presidenciable

CRÓNICAS DE REPORTERO

CARLOS LORET DE MOLA

68 segundos duró el abucheo. Desde que la voz oficial del estadio de béisbol anunció que la primera bola del partido sería lanzada por el secretario de Hacienda hasta que Agustín Carstens desapareció de la mirada pública al bajar las escaleras de la banca de los visitantes. Hubo hasta gritos de ¡fuera, fuera! mientras Vinny Castilla lo despedía de mano.

¿A quién se le ocurre en tiempos de crisis económica llevar al cobrador nacional de impuestos a intentar lucirse frente a 25 mil ciudadanos que casi llenaron el primer partido de la selección mexicana en el Mundial de pelota caliente?

Sucedió antier, 8 de marzo. Exactamente un mes antes, el 8 de febrero, otra figura pública se había expuesto ante otra afición con diametralmente distintos resultados: Margarita Zavala, la esposa del presidente Calderón, se sentó en su barrera de sol de toda su vida en la Plaza México para ver a su torero favorito, Enrique Ponce. Pasó desapercibida hasta que el matador Joselito Adame le brindó un toro.

La ovación fue unánime. Minutos más tarde, un asiduo de la Plaza gritó: "¡Margarita, ahora sí hay presidente y ahora sí hay primera dama!". Y otro aplauso.

Margarita Zavala se la jugó y ganó en la ruleta de la popularidad. Con ese "gabinetazo", en los más diversos sectores se coincide en que lo mejor que tiene el presidente cerca de sí es a su esposa.

Margarita Zavala ha sabido guardar discreción frente al poder aunque se sabe que es voz de peso en el oído presidencial. La acredita una trayectoria política propia, independiente de la de su marido, a la que decidió poner de lado cuando Calderón se volvió candidato a la grande.

¿Por qué, entonces, los encuestadores no preguntan por ella en los sondeos presidenciables rumbo al 2012? Ahorita a Calderón no se le ocurriría ni de mal chiste pensar en su mujer como candidata, pero si para el 2011 siguen los panistas sin una figura que levante y su opción más fuerte continua siendo Santiago Creel con su tercer lugar no hay escenario que merezca ser descartado.

Cuando visitó México Cristina Kirchner, siendo aspirante a suceder a su marido en la primera magistratura de Argentina, intelectuales de primera línea que habían criticado que Marta Sahagún tuviera aspiraciones presidenciales se sentaron a comer con ella y la elogiaron sin parar. El argumento: Cristina no es Marta, Cristina tiene una trayectoria política propia. Claramente, Margarita no es Marta.

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