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Marketing Estratégico/EL DIPUTADO ERASMO CATARINO

Heriberto Ramos Hernández

Triste papel el de la ciudadanía. Que con el mismo modelito de “la academia” de TV Azteca, es forzada a “elegir” a sus diputados solo entre “los nominados”.

La partidocracia es una malformación de la democracia. Probablemente la más grave.

Los politólogos caracterizan la partidocracia como una desviación del papel que corresponde a los partidos políticos en la democracia representativa. Son cuatro los síntomas que permiten diagnosticarla.

1. Monopolio de candidaturas. 2. Control sobre los representantes electos. 3. Patrimonialismo partidista. 4. Partidización de la sociedad civil.

1. Monopolio de candidaturas. Los partidos tienen la exclusividad de las nominaciones para cargos de elección popular.

La postulación de candidatos es considerada como negocio exclusivo de los partidos. Una especie de “monopolio político” que se arrogan; y de esa manera se indigestan de un enorme poder excluyente, (la posibilidad de excluir a ciudadanos de su derecho a ser electos). Esto les permite garantizar sus intereses y prebendas; postulando para cargos públicos a individuos obedientes, que nunca cuestionarán la partidocracia.

2. Control sobre representantes electos: El nivel de disciplina partidaria al que son sometidos los representantes electos se convierte en otro indicador del nivel de partidocracia en un régimen político.

La mayoría de las Constituciones de América Latina tienden a garantizar la independencia de los legisladores. No obstante, la práctica de la actividad legislativa, especialmente por la diversidad y complejidad de temas que llegan al conocimiento de cada diputado, hacen que la seudo-eficiencia de las fracciones legislativas sea un sustituto de la verdadera eficacia legislativa. Por eso vemos diputados despistados; que presumen de “producir muchas iniciativas” como si de tortillas se tratara.

Los diputados de una fracción deben “seguir la línea” del partido en prácticamente todas las decisiones que deban tomarse. La norma es acatar la disciplina partidaria, ignorando los intereses de los electores.

3. Patrimonialismo partidarista: Una de las características más criticadas de los partidos políticos son sus prácticas patrimonialistas, entendidas como los diversos mecanismos mediante los cuales hacen uso de su posición para apropiarse y repartirse el dinero de los contribuyentes.

A esta práctica de los partidos corresponde una “disciplina partidista” en la cual la militancia es un medio para conseguir empleo y beneficios por parte del Estado.

Se ingresa al partido para conseguir algo, y el puesto público se merece como recompensa “porque se sudo la camiseta”. Los partidos políticos se convierten así en agencias de chambas excesivamente pagadas, para personas cuyo curriculum es anoréxico.

4. Partidización de la sociedad civil: En la partidocracia el horizonte de la participación política esta circunscrito a los partidos políticos. La relación entre partidos y organizaciones de la sociedad civil se desarrolla en forma desigual, donde el partido es el polo dominante y tiende a partidizar las organizaciones sociales.

Referencias Bibliograficas.

Coppedge, Michael: “Strong Parties and Lame Ducks. Presidential Partyarchy and Factionalism” Stanford University Press, USA, 1994.

Katz, Richard y Mair, Peter: “Changing model of party organization and party democracy: The emergence of the cartel Party”, en Party Politics. Vol. I, No. 1, 1995.

Von Beyme, Klaus: La Clase Política en el Estado de Partidos. Alianza Editorial. Madrid, 1995.

Heriberto Ramos Hernández

haramos67@hotmail.com

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