"Bienvenido, bienvenido inmigrante,
A mi país, bienvenido a casa."
Buffy Saint-Marie,
Indígena norteamericana
El Gobierno de México recibió con beneplácito el Informe de desarrollo humano 2009 de las Naciones Unidas en que se hace un llamado para que Estados Unidos y otros países ricos abran sus fronteras a la inmigración. Lo que no se entiende es por qué entonces no aplica en nuestro país la misma apertura que exige a los estadounidenses.
México tiene una política migratoria mucho más restrictiva que la de la Unión Americana. Nuestros vecinos del norte reciben a más de un millón de inmigrantes legales al año (Homeland Security); nosotros sólo permitimos el ingreso de unos cuantos. En Estados Unidos 33 millones de residentes, cerca de un 12 por ciento del total, nacieron en el extranjero (usgovinfo); en México la cifra es menor al 0.5 por ciento (INEGI, censo 2000).
La apertura financiera y comercial de las últimas décadas ha tenido consecuencias muy positivas para la economía del mundo. Muchos empleos se han generado en lugares muy diversos como consecuencia de esta globalización. Países como Corea del sur, China y la India han rescatado a millones de sus habitantes de la pobreza. Sin embargo, como lo señala el Informe de desarrollo humano 2009, una mayor apertura migratoria permitiría una mejor distribución internacional de las capacidades humanas y por lo tanto una mayor productividad.
El principio económico es muy sencillo. La movilidad de los trabajadores, de la cual ya gozan los empresarios, el dinero y los productos y servicios, permitiría que las empresas pudieran contratar a mejor personal para cumplir con sus procesos de producción.
La apertura migratoria no sólo beneficiaría a las economías desarrolladas sino también a México. Los empresarios de nuestro país tienen con frecuencia dificultades para encontrar personal calificado. Las barreras a la contratación de extranjeros disminuyen así la competitividad de nuestras empresas.
Tenemos en México un prejuicio que nos hace pensar que contratar a extranjeros elimina las posibilidades de trabajo para los mexicanos. Pero así no funciona la economía. Al contrario, la apertura migratoria produce crecimiento y genera nuevos empleos para todos.
Estados Unidos se ha beneficiado de su apertura migratoria, y no sólo por los trabajadores manuales sino por los más capacitados. Los tres ganadores del Premio Nobel de Medicina de este 2009 viven en Estados Unidos y tienen la ciudadanía estadounidense, pero dos nacieron en el extranjero. Los tres que obtuvieron el Nobel de Física son también estadounidenses, aunque dos también proceden de otros países.
México ha tenido avances importantes cuando ha abierto sus puertas a la inmigración. Los refugiados españoles de los años treinta y cuarenta dieron un importante impulso a la vida intelectual y académica de nuestro país, como lo hicieron tres décadas después los exiliados argentinos y chilenos. A últimas fechas, los músicos cubanos han inyectado una gran vitalidad a la vida artística mexicana.
Una política migratoria adecuada, que busque llenar las necesidades de talento de las empresas mexicanas, producirá crecimiento y empleos. Lo curioso es que nuestros políticos, al tiempo que exigen a Estados Unidos que abra sus fronteras, mantienen una restrictiva política migratoria, que lejos de ayudar a los trabajadores mexicanos ha empobrecido a nuestro país.
En imitación del Cash for Clunkers de Estados Unidos surgió en México el proyecto de chatarrización por medio del cual se otorga un subsidio a quienes entregan su auto viejo para ser destruido al comprar uno nuevo. Este programa ha sido presentado como un éxito por las autoridades mexicanas; pero en Estados Unidos se retiraron casi 700 mil vehículos, mientras que en México la cifra de septiembre fue de apenas 1,273. Lo peor de todo es que la destrucción de cada vehículo usado produce un daño mayor a la ecología que su continua operación.