EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Materiales de conflicto

EL COMENTARIO DE HOY

FRANCISCO AMPARÁN

Muy probablemente el amable lector ha visto la película "Diamante de Sangre", interpretada por Leonardo DiCaprio. En ella se ven las terribles atrocidades que se han abatido sobre algunos países africanos, en especial Liberia y Sierra Leona, a consecuencia del tráfico de esas piedras preciosas. Y cómo su explotación servía para abastecer y mantener vivos a los movimientos armados rebeldes que devastaron a esos países. De hecho, las guerras civiles de esos dos países de África Occidental en buena parte giraron en torno al control de las zonas diamantíferas. Por eso a las gemas que salían de esas regiones y en esas condiciones se les llamaba "diamantes de conflicto".

Las guerras en esa zona del mundo terminaron cuando finalmente se llegó a un acuerdo internacional para prohibir el tráfico de esos "diamantes de conflicto". Al no poder sacarle provecho a su explotación, la mayoría de los rebeldes perdió la motivación para seguir cometiendo atrocidades. En teoría, los compradores y traficantes de diamantes siguen manteniendo una vigilancia muy estricta, de manera tal que la procedencia de todas las gemas es autentificada por una autoridad legítima: que no han salido de algún yacimiento explotado por un grupo rebelde violento, usando mano de obra esclava.

Algo así urge que se haga con otros minerales, quizá no tan glamorosos como los diamantes, pero igualmente valiosos y necesarios para la vida actual. Y por las mismas razones.

Quizá usted no lo sepa, pero muchas de las chunches electrónicas de uso cotidiano, como los iPods y los teléfonos celulares, contienen pequeñas cantidades de metales raros, como el tungsteno y el tantalio. Sin ellos, esos adminículos no funcionarían, o serían mucho más caros. Y resulta que una buena parte de los yacimientos de esos materiales se encuentra en el Este de la República Democrática del Congo, el país antiguamente llamado Zaïre, que no ha dado una desde que se independizó de Bélgica hace casi cincuenta años. Medio siglo de devastación, malos gobiernos, violencia y miseria.

En el Congo oriental se ha venido desarrollando desde hace lustros una guerra espantosa entre gavillas de supuestos rebeldes, tropas del Gobierno y ruandeses y ugandeses que huyen de la justicia de su país. El conflicto se ha cobrado más de cinco millones de vidas: la peor guerra de los últimos sesenta años, y ni quién le eche un lazo. Los rebeldes recurren a tácticas terroristas contra la población civil como el canibalismo y la violación sistemática de mujeres. ¿Qué pretenden? Controlar las zonas en que se hallan los yacimientos de los minerales raros, para explotarlos, sacar mucho dinero y continuar su horripilante rutina.

Por ello crece la exigencia de que, como lo hay con los diamantes, haya algún tipo de control internacional para los "minerales de conflicto". Y es que nuestra comodidad está siendo pagada a un durísimo precio por la población del Congo.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 485503

elsiglo.mx