Un hombre con afán corría
Presentando una florecilla
Y a todo mundo presumía
A su pequeña gorgorita.
Era un pilar de oro
Yo fui su gran confidente
Me ayudaba siempre en todo
Y me observaba tiernamente.
Era muy mi adoración
De consejos me tupía.
Defenderme a discreción
Más que eso él quería.
Fue un hombre con mucho temple
Con un carácter de acero.
Instruido, culto y ardiente
Médico por vocación primero.
A mis hijos adoraba
Era un abuelo excelente.
Con sus caprichos jugaba
Siempre más que complaciente.
Hoy recuerdo con afán
Que ya mucho le he llorado.
Ver su silueta a mi lado
Y llevarlo como un imán.
Del libro:
En el Alarido de lo Inmarcesible.