Hay en el cementerio de Ábrego una tumba. Quienes saben oír lo que las tumbas dicen escuchan en esa tumba estas palabras:
“... Ahora miro con ojos que todo pueden ver, y sé dónde está el oro que buscan los hombres en la tierra. Conozco la residencia del diamante, y las grutas en donde esplenden las preciosas piedras. Podría decirles a mis amigos que aún viven el camino para llegar a esos tesoros. Pero sé que en verdad no son tesoros: son inerte materia, metal, piedras... Tesoros son aquéllos que ni siquiera juzgamos riqueza en nuestra vida: el afecto de quienes viven con nosotros; el trato con los amigos buenos; los sencillos goces que cada día trae consigo... La vida es el tesoro... Si no sabes vivirla en el amor y el bien, perderás el tesoro mayor, el más hermoso...”.
Eso dice la tumba del cementerio de Ábrego. Su voz no es escuchada, sin embargo. Los hombres andan ocupados en buscar inerte materia, metal, piedras...
¡Hasta mañana!..