Iba por el camino San Virila. Le preguntó un aldeano:
-¿A dónde vas?
-De regreso a mi casa -contestó él-. Todos en este
mundo vamos de regreso a nuestra casa.
-Necesito tu ayuda -dijo el hombre-. No puedo
mover una roca. Está en medio de mi campo y me
estorba al arar.
-Soy débil -respondió el santo-. Si tú, joven y
fuerte, no pudiste mover la piedra ¿cómo podré moverla
yo?
-Haz uno de tus milagros -sugirió el aldeano-.
-Ven conmigo -le pidió San Virila-.
Fueron los dos. Cuando llegaron a la roca dijo
el santo:
-Anda, vamos a tratar de sacarla los dos juntos.
Se esforzaron los dos y la sacaron.
Sudoroso y sonriente San Virila dijo al aldeano:
-Te sorprendería saber todos los milagros que
los hombres podrían hacer