John Dee logró por fin descifrar el antiquísimo misterio de la piedra filosofal, esa mirífica materia que convertía en oro todo lo que tocaba.
A nadie dijo que había encontrado aquel prodigio: era hombre sabio, y temía a las consecuencias de su hallazgo. Le daba miedo, sobre todo, volverse un hombre rico.
Metió, pues, la fórmula en un cofre y lo cerró con cadenas y candados. Después enterró el cofre en el más oculto rincón de su jardín. Cada vez que pasaba cerca miraba de reojo el sitio donde yacía el secreto de la riqueza. "¡Señor! -decía por lo bajo con temerosa voz-. ¡No me dejes caer en la tentación!".
De esto han pasado muchos años. John Dee no es un hombre rico, pero es un hombre feliz. Hizo un descubrimiento más importante que el primero: la piedra filosofal hace oro, pero a fin de cuentas el oro es otra piedra, y las piedras no pueden dar felicidad.
¡Hasta mañana!...
