La rosa no sabe que es la rosa.
Si lo supiera quizá se haría soberbia. No lo es, pese a lo que se dice de ella. Es tan humilde como la violeta. Todas las flores son humildes. Todos los seres de la naturaleza son humildes, lo mismo el caracol que la estrella.
La vanidad es cosa de los hombres, pues vana cosa son los hombres. Ellos no tienen la sabiduría de la humildad. La rosa es rosa porque es sencillamente rosa. Los hombres serían felices si aprendieran a ser sencillamente hombres. Pero quieren ser hombres ricos, hombres poderosos, hombres afamados, y entonces dejan de ser hombres y se vuelven autómatas que buscan con ansiedad gloria, fortuna o poder.
Deberíamos tener la grandeza del caracol.
Deberíamos tener la pequeñez de la estrella.
¡Hasta mañana!..