Sigue fluyendo el agua en el manantial de La Cazuela. No ha llovido, pero los senos de la tierra madre nos devuelven el caudal de las lluvias de hace un año, o dos o tres, y con él fecundamos otra vez el generoso vientre.
Desde la casa en Ábrego se escucha la canción de la máquina y del hombre. Suena la voz del jornalero que canta al aire cosas de amor y desamor, y resuena -ronca aria de trabajo- el motor de los tractores.
Si todo sale bien, de estas labores -de esta labor- saldrá mañana el maíz de las tortillas y el trigo para el pan.
La tierra es buena.
Le haces cosquillas con la reja del arado, y ella ríe con una cosecha.
¡Hasta mañana!..
