El lagartijo mostraba una excelente condición física. Alguien le preguntó: "¿Cómo logras mantenerte así?". Respondió el animalucho: "Todas las noches hago lagartijas"... Eran las altas horas de la noche, y Astatrasio Garrajarra, el borrachín del pueblo, iba haciendo eses por la calle. Detúvolo un gendarme y preguntole: "¿A dónde va usted?". "A oír un sermón" -responde Astatrasio. Dice el jenízaro, amoscado: "¿Quién va a decir un sermón a estas horas?". Contesta Garrajarra: "Mi mujer"... La señora le informa a su marido: "El coche no funciona. Seguramente eso se debe a que tiene agua en el carburador". "¿Qué sabes tú de mecánica? -se burla el individuo-. ¿Cómo puedes asegurar que tiene agua en el carburador?". Explica ella: "Por que no frené a tiempo, y caí con el coche en la alberca"... Un cierto periodista ponía en sus tarjetas de presentación: "Fulano de Tal. Modelador de la opinión pública". Todos sus artículos los empezaba así: "Me dicen mis antenas que...". Yo no soy periodista -soy simplemente otro fulano de tal-, ni aspiro a modelar la pública opinión. Tampoco tengo antenas. Pero sé de muy buena fuente que a través de diversos canales diplomáticos nuestro Gobierno quiso tener un acercamiento con Fidel Castro, y que ese intento fracasó porque el Comandante no ve con buenos ojos a Felipe Calderón. Eso se debe a ciertas declaraciones que el ahora Presidente hizo en el pasado acerca del régimen castrista. (Curiosamente, tampoco López Obrador es visto con simpatía por el líder cubano). Las recientes manifestaciones de Castro sobre la forma en que el gobierno mexicano manejó la epidemia de influenza alejan todavía más las posibilidades de aquel acercamiento. Ese fantasma de sí mismo que es ahora Fidel sigue dando lata, y con seis o siete frases pone en jaque a nuestros políticos, que a su lado se ven como aprendices en el arte de la politiquería... Observadores del Instituto Federal de Estudios Nacionales sobre la Población, Natalidad, Mortalidad y Procesos Intermedios (Infedenaponamoproin) detectaron un pequeño pueblo en el cual el índice de nacimientos era considerablemente mayor a la media nacional. De inmediato los encargados del organismo tramitaron un elevado presupuesto; integraron una comisión especial para estudiar el caso; pusieron oficinas en la localidad; contrataron un numeroso personal; instalaron cierto sofisticado sistema de cómputo que conectaron a la red mundial de organizaciones similares, y empezaron a investigar la causa de aquel raro fenómeno. Transcurrieron varios meses, y la comisión no hallaba ningún dato que clarificara la cuestión. Cierta noche uno de los investigadores, fatigado, decidió salir unos minutos para tomar algo en el café del pueblo. Entabló conversación con el hombre que hacía las hamburguesas, el único plato que se servía ahí. El hombre le preguntó a su nuevo cliente la razón de su llegada al pueblo, y la de los demás forasteros que había visto. "Venimos -dijo el científico- a investigar por qué nacen aquí tantos niños". "Yo se lo puedo decir" -afirmó sin dudar el de la fonda. "¿Ah sí? -sonríe el investigador-. A ver: ¿por qué nacen aquí tantos bebés?". Explica el tipo: "Vera usted. Todas las mañanas, a las 6 en punto, el tren pasa por en medio del pueblo, y el maquinista hace sonar el silbato de su locomotora. Todos nos despertamos. Y a las 6 de la mañana todavía es muy temprano para levantarse, y ya es demasiado tarde para volver a dormir"... Doña Cachalota, mujer de carnes abundosas, estaba en la junta semanal del Club de Dietas. Le dice con enojo a otra señora: "Mi marido me manda a estas reuniones porque prefiere hacer el amor con una mujer más delgada". "Es natural -razona la otra-. ¿Por qué te enojas?". Rebufa doña Cachalota: "¡Porque se lo hace mientras yo estoy en la junta!"... FIN.
