¿A dónde se fueron? Nadie sabe, pero ya no veíamos golondrinas en el Potrero de Ábrego. Por un misterio que nunca conocimos dejaron de venir. Ya no mirábamos sus volatines; ni escuchábamos su jubiloso piar; ni nos congratulábamos por la buena ventura que recibiríamos si una hacía su nido en nuestra casa.
De pronto, por un misterio que no conoceremos nunca, volvieron las golondrinas otra vez. Mientras escribo mis caligrafías las miro hacer las suyas sobre la plana azul del cielo, y oigo sus voces como de niñas que cometen travesuras.
Doy gracias por este amable don que se fue un día y que otro día regresó. Ahora que está aquí gozo a la golondrina igual que gozo la flor de breve vida que se llama "amor de un rato". Cuando ya no esté gozaré su recuerdo, y en el recuerdo la miraré como ahora la estoy viendo, toda levedad y toda gracia, con la belleza que tiene la belleza que no va a durar.
¡Hasta mañana!..