Este año ha sido para mí de plúmbagos.
Hay años en que estallan los rosales, o salen margaritas suficientes para que todos los amantes del mundo sepan si se les quiere o no. Otros años se vuelve el campo un girar de girasoles, o hay violetas bastantes para volver humilde a Nueva York.
Pero este año florecieron los plúmbagos como si quisieran pintar de azul el universo. Azul tenue, quiero decir; azul muy plúmbago; azul que apenas se decide a serlo. En el jardín florecen, y los tengo también en un óleo que pintó con pincel impresionista Carmen Harlan. Los plúmbagos del jardín creen que el cuadro es un espejo, y se alzan de puntillas para mirarse en él.
Este año fue de plúmbagos, ni duda. El próximo será de dalias, o de geranios, o de galán de noche, o madreselva. Pero todos los años serán años de vida que florece, de vida que es como una flor, cambiante y varia, pero siempre eterna.
¡Hasta mañana!..