John Dee fue el hombre más sabio de su tiempo. Erasmo de Rotterdam lo llamó "corona del pensamiento humano".
En cierta ocasión lo visitaron doce maestros de Oxford. Le pidieron que les mostrara su biblioteca, y Dee los hizo pasar frente a los colmados libreros Ahí estaban todas las grandes obras de la antigüedad helénica, latina, arábiga y hebraica. Ahí estaba también todo el saber de su época.
Uno de los visitadores, clérigo, le preguntó enarcando las cejas si no tenía el Libro Sagrado.
-Sí lo tengo -le contestó el filósofo.
Abrió la ventana, y le mostró al eclesiástico el paisaje que se extendía ante sus ojos. En él la bóveda del cielo, con las primeras estrellas de la noche empezando a cintilar. En él la tierra henchida de criaturas vegetales y animales. En él las aguas del gran río. Y los hombres, y las mujeres y los niños, todos hechos de tierra, y agua, y cielo. Dijo John Dee:
He ahí el Libro Sagrado.
No respondió el clérigo. Ya le habían contado que Dee era un poco raro.