El hombre bueno vivía vida buena. Era casto y humilde, huía de los placeres y se entregaba a duras penitencias.
Le preguntaban al hombre bueno sus amigos: "¿Por qué vives así?". Y él respondía con otra pregunta: "Porque ¿qué tal si hay un Dios?".
El hombre malo vivía vida mala. Era lujurioso y soberbio, día y noche se entregaba a la voluptuosidad, y halagaba su cuerpo con toda suerte de molicies.
Le preguntaban al hombre malo sus amigos: "¿Por qué vives así?". Y él respondía haciendo otra pregunta: "Porque ¿qué tal si no hay un Dios?".
Pasaron los años, y el hombre bueno y el hombre malo se vieron al final de su vida. En los umbrales de la muerte se preguntaba el hombre malo: "Y ¿qué tal si hay un Dios?". Y en los umbrales de la muerte se preguntaba el hombre bueno: "Y ¿qué tal si no hay un Dios?".
¡Hasta mañana!...