HISTORIAS DE LA CREACIÓN DEL MUNDO
-No cabe duda -decía muy satisfecho Adán en su interior-. Soy el rey de la creación. Estoy muy por encima de los animales. Tengo inteligencia; estoy dotado de razón. Las bestias, en cambio, se guían por su instinto. El Señor me dio el don precioso de la libertad, y puedo escoger entre diversas formas de conducta. Los animales, por el contrario, están sujetos a un modo de ser que no puede variar: las abejas hacen su miel y sus colmenas como las hacían cuando se construyeron las Pirámides. Nada pueden modificar los animales; yo puedo transformarlo todo. No cabe duda: soy el rey de la creación.
En eso pasó por ahí el Creador.
-Señor -le preguntó Adán-. ¿Por qué soy libre y puedo cambiar mi vida, mientras los animales no pueden ser diferentes de como son?
-Lo que sucede -le explicó el Creador- es que los demás animales acabaron ya de evolucionar, y llegaron a su perfección. A ti te falta aprender mucho todavía.
¡Hasta mañana!...