En aquellos discípulos dijo Hu-Ssong a su tiempo:
"Había un hombre que se angustiaba porque veía sombras.
Siempre miraba sombras aquel hombre. A donde iba veía sombras frente a sí.
Se angustiaba mucho, claro: pensaba que estaba condenado a mirar sombras el resto de su vida.
Un día el hombre volvió la cara al sol. Quiero decir, buscó la luz. Y ya no miró sombras: vio sólo un resplandor que desde ese día, y para siempre, fue con él".
De ese apólogo deriva una lección aquel filósofo oriental: si vas en busca de la luz, las sombras quedarán a tu espalda.
¡Hasta mañana!...