Cuando empecé a ir a Ábrego llevaba conmigo mi escepticismo de gente de ciudad.
Don Abundio me decía, por ejemplo: "Para que brote bien la planta de chayotes no se deben sembrar en números pares, sino impares". Y yo me reía por dentro.
Me decía don Abundio: "Cuando un nogal se niega a dar su fruto hay que azotar su tronco con un látigo, y así dará cosecha el año próximo". Y yo, por dentro, me reía.
Don Abundio me decía que si la luna en creciente está inclinada, eso quiere decir que va a haber lluvia. "Es como una jicarita, licenciado -me explicaba el viejo-, que sólo deja caer el agua si se inclina". Y yo volvía a reír en mi interior.
Ahora ya no río. He comprobado lo de la luna, lo del nogal y los chayotes. Ahora ya no llevo al Potrero mis escepticismos. Llevo a veces a Shakespeare, que me dice: "Hay más cosas en los cielo y en la tierra que las que jamás alcanzaron a soñar todas tus filosofías".
¡Hasta mañana!..