Jean Cusset, ateo con excepción de las veces que escucha música de Palestrina, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre-, y continuó:
-La principal obligación de las golondrinas no es servir de inspiración a los poetas. Su deber primordial es hacer que siga habiendo golondrinas. Y cumplen muy bien esa tarea: todo lo que hacen tiende a perpetuar su especie. Es decir a conservar la vida.
-El mismo deber tenemos los humanos -siguió diciendo Jean Cusset-. El mandato mayor de la naturaleza es el mismo que se inscribió en el Génesis: "Creced y multiplicaos". Cualquier acción u omisión que vaya contra ese ordenamiento básico atenta contra la vida, contra Dios.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!..